todo este tiempo
me di cuenta que yo mismo
te he enviado a tu muerte.
casi sin darme cuenta
de un cerrar y abrir de ojos y brazos
ambos ya estábamos malditos, condenados
a terminar de la misma manera.
y en ese momento
otra vez, en ese maldito momento
me di cuenta
que ya no podía.
ya no podía
volver a detener el maldito
tiempo.