Hair → j.b [one-shot]

Uno: ¿Acaso estás loco?

Punto de Vista de Justin

Me encontraba en la casa de Nash con él y un par de amigos en California, pasando el rato.

El calor era notable, en especial para mí. No, no crean que sufro de alguna enfermedad de sudor excesivo o algo así, simplemente mi pelo me produce mucho calor. Y siendo el único con el pelo hasta casi a la barbilla en el lugar, soy el único afectado.

Sin embargo, amo mi cabello. Me ha costado trabajo dejarlo crecer tanto.

—Recuerdo cuando eras un crío intentando hacer vines.— Comentó Alfredo en alguna parte de su conversación con Nash. Sí, mi amigo era un poco famoso. Es uno de los viners más reconocidos, y tiene una cantidad considerable de fans.

Nash ríe, tomando un sorbo de su limonada. —No me hagas recordarlo. Hice muchas cosas estúpidas por aquel tiempo, en mis inicios.

—¡Tengo tantos recuerdos que no podría contarlos con los dedos de mis manos!— Señaló Fredo. Todos nos acomodamos en nuestros asientos, sabiendo que sacaría algo ridículo del pasado de nuestro amigo. —¿Como olvidar aquella vez que tomaste Coca-Cola y trataste de expulsarla por la nariz?— Todos estallamos en carcajadas, y notamos como a Nash se le ponía la cara roja de vergüenza.

—Tenía doce años.— Replicó, comenzando a reír de manera inevitable. —Pero al final, todo mi esfuerzo dio frutos y ahora a la gente le gusta lo que hago.

—Sip.— Haciendo notar la "p", Nick habla. —El niño Coca-Cola al fin ha crecido.— Entonces, todos volvemos a reír.

—¡Justin durmió con un peluche hasta los quince y nadie le dice nada!— El oji-azul trató de atacarme en su defensa.

—Yo no me grabé y lo subí a internet, permiso.

Entonces, todos los presentes menos Nash dijeron "ohh" en señal de lo que dije había dolido. Nash, sonriente, alzó sus manos en señal de rendición.

—Eres malo.— Comentó.

—Al final lo bueno de todo esto es que dio frutos.— Aclaró Nick. —Te hiciste famoso, lograste lo que querías y eso es todo.

—Vamos, todos ustedes podrían serlo.— Hizo una pausa. —Hasta Justin.

—¿A qué te refieres con "hasta Justin"?— Imité su voz de manera burlona, obviamente él no hablaba así. —Yo podría ser famoso si quiero.

—Y, ¿que harías?— Cuestionó Alfredo.

—Cantaría.

Todos asintieron, sabiendo que podía cantar bien. Me habían escuchado antes, y sus críticas fueron buenas.

—No sería tan malo, deberías considerarlo.— Dijo Nash. —Pero, córtate el cabello antes.— Señaló. —Ya sabes, cuestiones de imagen. No hay manera de que atraigas al público con un corte que usaría Ellen Degeneres, ya sabes.

Todos rieron, menos yo. No quería que se metiera con mi cabello, a mí me gustaba. Y al final, todo es sobre ser uno mismo, ¿no?

—Sabes que es broma, bro.— Aclaró. —Pero, si hablo en serio con respecto a que la industria busca cierta imagen. Así que, si quieres empezar en esto, córtate el cabello.

Después de pensarlo un par de minutos, dije que sí. Todos alzaron sus manos gesticulando un "aleluya". Reí. No sabía porque estaban tan obsesionados con eso, pero en parte lo haría porque era más práctico para mí así.

[...]

—Bienvenido al Nine Zero One Salon, ¿en qué podemos ayudarle?— Dijo la rubia platinada al otro lado del escritorio. Oh, Dios, realmente iba a cortarme el cabello.

—Consígame a la mejor peluquera del lugar, mi mejor amiga por fin se cortará el cabello.— Un muy alegre Nash le dijo a la chica, y ésta asintió.

—Lo llevaré con Jodie West, la mejor peluquera del sitio.— Informó. —Les aseguro que su trabajo es excelente.

—Bueno, suerte chico. Creo que yo también me cortaré el cabello, no quiero acabar como tú.— Se rió, pasando una mano por su pelo.

Fui con la chica, quien me presentó a otra. Era de estatura baja, caderas pronunciadas y una cintura para morirse. Ojos claros, como los míos, y pelo morado.

¿En serio? ¿Una chica con el pelo morado se encargara de mi cabello? Quiero a mi mamá.

—Tu nuevo cliente.— La rubia informó y se fue.

—Hola, mi nombre es Jodie West y te atenderé hoy.— Dijo con voz alegre, casi chillona. ¿Cuantos años tenía? ¿Dieciséis, diecisiete? —¿Qué deseas hacerte?— Dijo en tanto me senté frente al espejo. —Dios, qué hermoso cabello.— Halagó.

—Bueno, en realidad deseo cortármelo.

—¿Acaso estás loco?— Exclamó, exaltándome. —¿Cómo piensas cortarte el cabello?