Siguiendo los consejos de mi profesora de creación de personajes, estoy en un lugar diferente.
Según Nath, necesito salir de la rutina para encontrar historias interesantes que contar.
De no haber sido por aquella sutil sugerencia, nunca habría accedido a acompañar a mi mejor amiga Marina, al circo sobre hielo.Ella es una mujer divina, con un carácter de demonio; pero capaz de hacer cualquier cosa por la gente que quiere. Por eso hoy organizó una salida con los hijos de su novio Ciro.
Después de conocer un montón de patanes desubicados e infieles, al fin encontró al hombre correcto; pero el vino con dos sorpresas bajo el brazo y ella está tratando de adaptarse.
Los mellizos Luna y Jacinto, parecen estar disfrutando del plan; aunque podría ser solamente una reacción a la enorme cantidad de azúcar que les ha dejado comer.
Tienen seis años y pese a que aún necesitan supervisión, son fáciles de manejar. Lo realmente complicado es lidiar con su mamá, ella siente la amenaza de la madrastra y los llama cada quince minutos para saber cómo están.
-¿Qué haces con esa libreta en la mano Emma? me sorprende preguntando mi cómplice
-Tengo que completar una ficha de personaje para mañana y vine a ver qué puedo robar.
-No me habías dicho que volviste al taller de escritura.
-Te lo conté el lunes, Mar.
-Perdóname amiga, esto de tener hijos prestados tres días a la semana me está volviendo loca.
-Lo estás haciendo bien -digo frotando su brazo para aliviar su tensión.
-¿Estás segura? Porque a mi me parece que mi barco se está hundiendo.
Nos reímos juntas y escuchamos el último llamado antes del inicio de la función.
-Ya se me hacía raro que me acompañaras de tan buena gana.
-No fue solo por interés, lo juro -Con el índice dibujo una cruz imaginaria sobre mi pecho para que sepa que hablo con la verdad.
-Yo pensé que con el trabajo que conseguiste en la revista ibas a dejar tus libros en espera.
-La revista me da de comer; pero escribir novelas me hace sentir viva.
-Ya sabes que yo te apoyo. Amo como escribes.
-Pues Nath opina que debo mejorar mis personajes y la verdad es que me ha dado sugerencias muy buenas.
-Tú escribes sobre gente común, Emma. Tal vez no son personas tan interesantes ni enigmáticas como tu profesora quisiera; pero son reales y muchos nos sentimos identificados con ellos.
-El problema es que conozco muy poca gente y cuando estás en un mismo círculo todos tienden a parecerse entre sí. Por eso debo ampliar mis horizontes, según dice ella. -Hago comillas en el aire para citar las palabras textuales de mi profesora.
Voltea a ver a la cantidad de niños que nos rodean y dice: -Pues estas pequeñas personas están lejos de parecerse a nosotras.
-Que Dios te escuche-digo con una sonrisa irónica.Se apagan las luces y una voz muy grave empieza a relatarnos la historia que se desarrolla en el centro del escenario.
Los patinadores salen envueltos en trajes suntuosos y brillantes. Se mueven de forma prolija a gran velocidad y con una sincronización asombrosa. Estando en primera fila puedo ver minúsculos restos de escarcha volando hacia mí y sentir como se convierten en diminutas gotas de agua al chocar contra mi cara.El sonido de las cuchillas cortando el hielo se vuelve uno con la música de fondo y la obra empieza a desarrollarse. Sin perder más tiempo empiezo mi investigación. Analizo cada rostro esperando ver una señal, algo especial que merezca ser plasmado en papel. Las cuatro patinadoras son preciosas, altas, estilizadas y muestran una sonrisa que parece paralizada por el frío. Los chicos vienen en todos los tamaños y colores, sin embargo el único que logra captar mi atención es el más pequeño de los siete.
Aunque el grupo es numeroso, él sobresale por su presencia escénica. Muestra una sonrisa maravillosa que no se mantiene constante sino que cada tanto se convierte en una mueca encantadora.
Parece que encontré lo que buscaba, necesito poner todo lo que pienso en mi libreta antes de que la idea se pierda y no vuelva más. Hay tan poca luz que no estoy segura de lo que estoy escribiendo. Espero tener suerte para poder descifrarlo después.
La función continúa y se aleja del concepto tradicional de circo para convertirse en una obra de teatro sobre hielo que a veces te conmueve y muchas otras te saca lágrimas de risa. Entre malabares y acrobacias perfectamente ejecutadas, llegamos a la mitad de la función. Mar aprovecha para ir al baño y yo me quedo cuidando a los mellizos.
Poco después se anuncia que los asistentes pueden subir al escenario para tomarse fotos con los protagonistas de la obra y los gritos de Luna y Jacinto me llevan hacia allá.
No es tan mala idea, algo más de información puedo sacar de mi prospecto de personaje si me paro junto a él.
Subimos al escenario y sin darme cuenta pongo mi pie derecho fuera de la alfombra de goma que cubre el hielo y me resbalo. El príncipe encantador me sostiene con sus manos heladas evitando una monumental caída.
-Gracias -digo tomándome el pecho con la mano.
-Estoy para lo que necesites -responde con una voz en extremo teatral.
Lo tengo a diez centímetros de distancia y puedo ver el maquillaje excesivo que lleva en su rostro para que pueda verse bien desde cualquier lado de la carpa.
Me pregunto si su mirada será igual de intensa sin todo ese delineador que lleva.
Luna me toma del pantalón haciendo que vuelva de mi burbuja mental y él se pone junto a mi para hacer la foto.
Su cabello negro y largo hasta el hombro gotea sobre mi brazo y el olor de su perfume vibrante, especiado y cítrico me alcanza.
Necesito saber más. No me quedan dudas, él es el protagonista que me hacía falta.Mar nos encuentra bajando del escenario y ocupamos nuestros asientos para continuar viendo el espectáculo. La segunda mitad de la obra es de acrobacia pura. El príncipe demuestra sus habilidades haciendo piruetas en en el aire y el resto del grupo hace lo propio sobre la pista de hielo. Mientras vuela colgado apenas por sus muñecas, los asistentes gritan y aplauden con genuino asombro. Domina su elemento y se ha convertido en el centro de atención. Parece que no soy la única fascinada con su arte. Sus ojos negros de párpados rasgados se muestran feroces. Tiene una mirada tan profunda que muy pocos la resisten.
Durante la rutina final se acerca al borde del escenario y con excesiva confianza choca su puño con los niños que admiran la rapidez de sus movimientos. Cada tanto, levanta la cabeza para mirar a su público y regalarnos una sonrisa. Los minutos pasan y la historia termina cuando el príncipe al fin encuentra a su princesa y cada uno de los personajes se despide en el escenario.
Una ovación de pie marca el fin de la función y yo me apresuro a escribir unas cuantas líneas que voy a necesitar para terminar mi ficha.
Recogemos nuestras cosas y acompaño a Mar y a los niños al parqueadero.
-Emma, ¿seguro no quieres venir a casa para conversar?
-No lo tomes a mal; pero mi cuota de paciencia se agotó hace dos gritos atrás.
-Seguro se duermen en el camino -miente mientras les pone el cinturón de seguridad.
-Lo dudo Mar, están más despiertos que nosotros -Jacinto me deja ver su lengua roja con restos de caramelo y manzana y se despide de mí-, mejor hablamos mañana.
De camino a mi casa busco en Spotify una de las canciones que usaron en la obra. Eso me va a ayudar a mantener la inspiración y seguir creando el personaje en mi cabeza. No es difícil volver en el tiempo y recordar sus labios estrechos y rojos y la manera casi obsesiva de peinar su cabello hacia atrás con sus manos. Tengo mucha información útil que espero sea suficiente para Nath.
Me preparo para dormir. Antes de sacarme la ropa frente al espejo, veo algo brillar en mi espalda debajo de mi hombro derecho, asomándose apenas entre mi cabello negro. Lo alcanzo con mi mano y descubro que es una esclava de oro que se ha quedado enredada entre el tejido de mi suéter de lana.
La retiro con cuidado y leo el nombre, Ángel, grabado en la placa central.
¿Cómo pudo haber llegado esta pulsera aquí? Doy vueltas a la idea un par de veces hasta que la respuesta viene a mi mente como una brisa. El príncipe encantador.Muevo la esclava entre mis manos y se me ocurre ponerme en contacto con él buscándolo en redes sociales. La idea de volverlo a ver me hormiguea la panza y eso me da miedo.
Después de navegar por unos cuantos minutos en la información del circo al fin encuentro su perfil oficial y le envío un mensaje directo contándole que tengo su pulsera y se la quiero devolver.
Hola, estuve hoy en la última función del circo y llegué a mi casa con esta joya pegada a mi suéter. ¿Es tuya?
Pasan dos días y no recibo respuesta, es más, el mensaje aparece como no leído. Bueno, él se lo pierde.
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LADRONA DE CARAS
RomanceEmma Lacroix es una escritora novel con un talento único y un particular secreto: roba los rasgos de personas reales para sus personajes ficticios. Al creerse Incapaz de crearlos desde cero, desarrolla un talento de observación aguda y la habilidad...