DUO

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Ir al trabajo.

Debía ser una tarea sencilla, al menos presentarse en las oficinas y hacer sus papeleos correspondientes, pero en la mañana al despertarse al lado del cálido y suave cuerpo desnudo del incubo, éste le despidió con una sonrisa radiante y sospechosamente malvada.

Llevaba toda la mañana leyendo las traducciones de unos pasajes antiguos aztecas, atando cabos y revisando la zona geografica que sin darse cuenta ya casi era la hora de la comida. Una de las secretarias le llamó a su oficina, si no mal hubica era la agradable voz de Wendy la que le decía que un estudiante de historia universitario lo conocía y quería hablar con él personalmente, "Su nombre es Mark Lee".

Su antebrazo izquierdo pulso, junto al brazalete en su muñeca. Observo el rojo brillante en su piel como pequeños trazos de una inscripción demoníaca.

Suspiro imaginado lo que se traía entre manos su pequeño incubo, la linea de la llamada todavía estaba activa, Wendy seguía esperando paciente su respuesta y para no hacer el asunto todavía más sospechoso le respondió a su secretaria que dejase pasar al estudiante a su oficina.

Ese maldito niño le iba a sacar una úlcera del estrés algún día.

-Buenos días, Johnny Suh ¿Puedo pasar? - se escuchó la inconfundible voz del incubo tras las puertas de su oficina. Sonrió divertido, si que sabía actuar esa pequeña mierdita malvada, seguramente Wendy le había comprado su papel de un indefenso universitario, con el corazón de pollito que tenía la mujer no lo dudaba.

- puede pasar, buenos días - las puertas se abrieron y no pudo estar más sorprendido, su sexy incubo ahora estaba enfundado en un adorable uniforme sencillo pero al chico le quedaba tan bien, con su mochila, carpetas en mano y lentes de montura semi redonda y dorados. Lo que más le sorprendía era la falta de cuernos, alas y esa colita, junto con sus ojos, que en vez de ser de un morado oscuro brillante, eran de un marrón chocolate precioso, sin contar con el leve rubor que cubría los altos pómulos del chico, no habría otra palabra mejor para describirlo que "adorable".

El chico asistió y cerró la puerta tras él, caminó hacia el escritorio del más alto y rodeando el mueble se sentó en el regazo de éste, con una gran y traviesa sonrisa, justo como en la mañana pensó el humano.

- ¿Cómo llegaste hasta aquí, Mark? Para llegar a las oficinas casi te piden acta de nacimiento y tipo de sangre - El incubo bufó una pequeña carcajada y movió su dedo índice en el aire, en círculos, creando denso humo negro, sus ojos por segundos destellaron morados obsidiana y el humano intuyó encantado lo que el incubo había hecho.

-En los primeros controles implante recuerdos falsos de mí dándoles mis documentos y con Wendy... bueno, ella es demasiado crédula y dulce, no tuve que usar mi poder, solo mis mejillas sonrojadas y parecer torpe, cayó redondita - comenzó a contarle a John, carcajeandose con esa risa extraña y soltandole uno que otro manotazo en el pecho. Tenía al humano embobado, mirándole como si fuese su mundo entero, al punto en que el incubo lo notó y no dudo en darle otro de esos manotazos; pero está vez en la cara.

-¡pffh! Mark, pequeño monstruo te vas a ganar unos duros azotes - frunció el entrecejo, la mejilla le palpitaba y a medida que hablaba iba bajando la voz, la gente externa no tenía que enterarse de lo que iba a hacer con el precioso universitario que tenía sentado en sus muslos.

-Hmmm... ¿Es castigo o premio? Guapo -El rubio le tomó bruscamente por la quijada, encajando sus dedos en la tibia piel del más alto y le besó, profundo y agresivo, les dejo a ambos sin aire y jadeando después de separarse con un sucio chasquido.

-Ah, no puedo contigo, bájate, tengo documentos que revisar y firmar, por más que ame tu bonito culo sobre mí tengo asuntos humanos que atender- El más alto suspiro con los labios hormigueando y el pecho caliente, como cera de abeja derritiéndose igual que él por el malvado incubo que le miraba con ojos obsidiana brillantes y una oscura sonrisa. Palmeó los glúteos del chico y éste con un bufido se bajó de su asiento favorito.

-Que aburrido eres, sino te importa me voy a dormir un rato, tengo sueño - el incubo se estiró y bostezó, tomó su muchila del suelo y de ahí sacó una cobija con un ridículo estampado de sandías, busco el sofá más cómodo y procedió a hacerse bolita y dormir lo que restaba de la mañana. No le apetecía hacer nada en ese día tan asquerosamente soleado y feliz a su demoníaco parecer.

-Jamas pensé que tener a un incubo iba a ser una experiencia parecida a adoptar un gatito gruñón y dormilón - su vista regresó a los documentos que estaba leyendo, esta vez de mejor humor, irónicamente la presencia del ser ansestral en vez de aterrorizarle por la obviedad de que era un ser demoníaco, le traía paz y plenitud a sus días y la fresca sonrisa que empujaba sus comisuras hacia arriba lo demostraba.

-Para empezar.. hum, tu alma es mía, entonces de entre los dos tu eres la mascota, dude, segundo, teletransportarme hasta aquí me dió sueño y tercero, quiero un helado de limón con sandía saliendo de aquí y no acepto una negativa de tu parte John - Argumentó el más bajito, moviéndose en su lugar y asegurándose de estar lo más cómodo posible se giró y le dió la espalda al humano buscando evitar la molesta luz de la oficina.

-Que exigente, gatito - la sedosa y grave voz del humano se filtró por todo el sensible ser del demonio, captando entre palabras lo mucho que John disfruta llamarlo por apodos melosos, sus mejillas se tiñeron de un suave sonrojo y su corazón se aceleró, ah, ese humano estupido, Un día le iba romper el cuello y probablemente lo iba a disfrutar.

-Te odio, déjame dormir - dijo quejumbroso, con los ojos cerrados y arropado hasta las orejas. El humano bufó por la nariz sonriente y siguió leyendo los documentos. A penas eran las once y media de la mañana y saldría hasta las dos de la tarde.

-Dulces sueños bebé -murmuró John sin apartar la vista de lo que hacía y de manera inevitable termino divagando en lo que debería hacer saliendo de trabajar, debería aprovechar la forma humana del incubo y llevarlo por su nieve, tal vez a una caminata por las calles de seul, probablemente su enamoramiento le estaba haciendo perder la cabeza y tal vez iba a invitar al chico rubio con cuernitos a una cita al río Han, a lo mejor el incubo intentaría prenderle fuego de nuevo pero no perdía mucho con intentarlo.

Pensando en retrospectiva, si le hubiesen dicho hace seis meses que por caprichos del destino iba a terminar su alma atada a la de un demonio sexual y después de eso pasarían más cosas jodidamente extrañas y algunas demasiado aterradoras probablemente se habría reído y tomado como un mal y descabellado chiste. Pero ahora ahí estaba en su oficina, suspirando por un pequeño, poderoso, malvado y adorable incubo dormido en uno de sus sillones.



✨Notitas✨

Que no se note lo mucho, mucho, muuuucho que amo a Wendy bebé 💙




 I deal with a Incubus { JOHNMARK }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora