El tintineo de las campanas anunciaba que quedaban dos horas antes de que comenzara todo. Mientras esperaba a que "eso" sucediera, admiraba las flores del lugar. Tonos rojos, celestes y blancos, en absoluta armonía y combinar de lo demás. La decoración general seguía esos tres colores, aunque el rojo era el dominante del lugar.
La gente dispar en el salón, buscando donde sentarse, admirando los adornos alrededor, y esperando con ansias la razón de su invitación. Gente de todo mundo, gente con características peculiares, personas alegres por la celebración, felices por esta nueva unión.
Aún no lograba procesar que cada uno aquí estaba gracias a ello, gracias a nuestro romance. ¡Íbamos a casarnos por fin! Soñaba con ese momento, desde que tenía memoria y consciencia. La idea de un amor eterno siempre sonaría tan idealista, que tan sólo el mencionar una boda me mantenía en total encanto. Más aún si se trataba de Calev. Oh, es que era tan... perfecto.
Aún no entendía bien como es que seguía aquí. La gente se iba después de acostarnos un par de veces, después de que vieran como me ponía cuando estaba mal de humor, después de verme llorando por cosas que no entienden, o directamente cuando hablaba con demasiada emoción y hasta obsesión por ciertos temas. Los demás no se daban el tiempo ni la paciencia de lograr comprender quién yo era, fuera del ámbito sexual. Entendía que era complicado, considerando mi trabajo actual, más... ni siquiera hacían el intento.
Sólo elle, sólo ella, sólo él, sólo Calev. Mi dulce y preciosa pareja. Tan poca gente había tratado de entenderle, siendo que era tan sólo una cuestión de empatía. ¿En qué afectaba su identidad de género fluida? Y lo de los pronombres era confuso, más no imposible de aprender. Un poquito de paciencia y se lograba. Además... le amaba tanto, que ese detallito carecía de importancia.
Después de todo era la única persona dispuesta a todo conmigo. La única persona que se había sentado atentamente a tratar de ayudar, aún cuando se había llevado un par de comentarios mordaces y en mala intención de mi parte. Al principio había sido un tanto cortante, creyendo que sólo venía por unas lindas piernas. Y vaya que me había equivocado.
En menos de una hora estaríamos casadas. Sólo debía esperar a que caminara por el altar, con una lentitud casi desesperante, avanzando hacia mi persona. La paciencia no me duraba, pero tenía que tratar de que fuera más larga hoy. Sólo... Sólo un poco más, y lo tendría a mi lado el tiempo que quisiéramos.
Él siempre me apoyaba de forma incondicional y me motivaba a mejorar. Definitivamente agradecía tanto que siga regando las flores en vez de volverlas marchitas. Por mi lado, hubo un constante apoyo en el momento de la transición de Calev, y aunque me costó, pude entender el tema de los pronombres y de lo que sentía. A veces me confundía un poco, pero trataba de ser su espacio seguro, donde sabía que no sería juzgada por lo que decía, por quién era. Éramos un paño de lágrimas para el otro, consolidando el cariño a base del consuelo diario.
Conseguir a alguien tan leal y empático no era una tarea sencilla de realizar, y más siendo alguien con consideración, con elegancia, con humor, belleza, gracia y sutileza... era un paquete completo imposible de rechazar, por supuesto. ¿Qué otra persona entendería que debía trabajar a horas no habituales, con personas casi aleatorias y en situaciones de índole sexual? Y no se quejaba de ello. Sabía que yo iba a seguir ahí, al menos por un tiempo, y en vez de enojarse o algo así, me ayudaba con las pastillas, a buscar condones, a practicar o ir a las entrevistas... siempre apoyando. Era muy especial, definitivamente.
Me había ganado la lotería, con el premio mayor. Me sentía bastante feliz por la suerte que había tenido cuando me encontró bebiendo en ese bar de mala muerte. Él buscando trabajo, yo yendo a desahogarme después de un mal día. Una mera coincidencia nos había encaminado en el tiempo y espacio del otro, y no me arrepentía de nada.
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El camino de pétalos.
Romance"Ahí estaba él, haciendo crecer las flores de mi cabeza y corazón. Esperaba a que las regara, y que por favor, no las dejara marchitar. Que sigan avanzando, que sigan siendo más bonitas que ayer."