Capítulo II "Sueño y confusión"

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Desperté de golpe empapado en sudor, sabía que había tenido una pesadilla, pero no recordaba qué era lo que había soñado y eso me preocupaba ya que no solía ser de la clase de personas que tuviera sueños y últimamente los tenía con frecuencia.

Al llegar a la escuela saludé a todos y tomé asiento esperando la típica pelea de Izzy y Nico la cual no tardó mucho en pasar, mientras ellos discutían yo intentaba recordar mi sueño sin éxito hasta que...

—Chicos ella es la señorita Stella Harrison, se ha mudado por una temporada así que tomará clases junto con ustedes, por favor hagamos que se sienta en casa —presentó el señor Eduardo a una chica muy hermosa que me resultaba familiar era como si la conociera, mi visión se volvió borrosa, mi cabeza comenzo a doler hasta que no pude ver nada.

Desperté en la camilla de la enfermería sin saber qué hacía en ese lugar. —Disculpe señorita Mirza ¿qué es lo que hago aquí? —pregunté en voz baja al verla ocupada con el papeleo—. Ella sonrió y me contó que había sufrido un desmayó repentino así que me haría un chequeo para averiguar que lo pudo ocasionar, también avisó a mi padre diciendo que vendría por mí y después de mi revisión simplemente mencionó que pudo haber sido el cansancio.

—¿Liam podría preguntarte algo que no es de mi incumbencia? —Preguntó—.

—Claro señorita Mirza —contesté pues yo no tenía problema con que lo hiciera, ella siempre fue amable conmigo.

—Sobre la marca de tu pecho ¿cómo pasó? —preguntó en tono bajo pudiendo sentir un poco de preocupación en sus palabras. —¿Esa marca desde cuando la tienes? —agregó mirando por la ventana—.

—Si le soy sincero no lo recuerdo, tal vez es una alergia, pero no se preocupe ya estoy tomando medicamento —contesté—. Un sonido familiar se escuchaba acercándose, yo nunca lo confundiría era el de las botas de mi padre el cual llegó en ese momento, me pidió que lo esperará en la camioneta mientras hablaba con la señorita Mirza.

Mientras estaba en la camioneta pude ver como mi padre y la señorita Mirza parecían discutir algo, no es raro, tal vez papá estaba preocupado, él siempre ha sido muy sobreprotector desde que mamá murió.

—¡Liam! Vamos a la granja del señor Tomás, algo asombroso paso —dijo Nico llegando de golpe y causándome un gran susto.

—Nico eres un idiota casi me matas de un susto ¿y qué es lo que pasa en ese lugar? ¿El señor Tomás está bien? —pregunté un poco molesto por el susto—.

—No sé, pero todos en la ciudad están hablando de eso ¿entonces vienes o no? —preguntó mientras varios de nuestros amigos lo llamaban insistentes, me negué al ver a mi padre acercarse pues sabía que después de lo que había pasado él no me dejaría, así que Nico salió corriendo con los demás muy emocionado.

—¿Liam te encuentras bien? —preguntó mi padre mientras conducía camino a casa—.

—Sí, no te preocupes papá solo fue un desmayo —contesté para no preocuparlo, además agregué una sonrisa para que fuera más creíble.

—Escucha Liam hay algo que necesito decirte —dijo muy serio mirándome sin prestarle atención al camino—.

—Oye deberías de mirar por donde vas puedes atropellar a alguien o estrellarnos con algo —dije un poco preocupado, pero en realidad solo quería evitar esa conversación—. Lo conseguí pues durante todo el camino él no dijo nada y tampoco lo hizo al llegar a casa, esa noche no podía dormir ya que tenía un inexplicable miedo a soñar, fue entonces que decidí subir a la azotea para poder ver las estrellas.

—Las estrellas son lo más hermoso que existe —dije al apreciar el cielo nocturno del pueblo—. Mirar como el cielo siempre permanece iluminado ya sea por el día con el sol o por la noche con las estrellas y la luna, siempre me ha producido una gran sensación de calma en especial el cielo nocturno. Estuve ahí por unos minutos recostado en un viejo colchón inflable que usábamos para acampar en invierno mientras poco a poco mis ojos comenzaban a sentir cansancio y mi respiración a volverse más lenta hasta finalmente caer dormido.

—Liam, Liam —susurraba una voz que parecía estar acercándose—.

—¿Quién anda ahí? —pregunté mirando a mi alrededor y fue entonces que me di cuenta de que ya no me encontraba en la azotea de mi casa, pero ¿dónde estaba? y ¿qué era lo que hacía allí? Mire a mi alrededor, me encontraba en el campo de trigo del señor Tomás fue fácil deducirlo ya que era el único en el pueblo. Aquella voz seguía susurrando mi nombre, pero no podía averiguar de dónde provenía. —Escucha no sé qué está pasando aquí pero últimamente mis sueños son muy extraños y solo quiero despertar —dije frustrado al no poder ver nada más que el trigo—.

—¿Sueño? Los sueños siempre nos advierten de cosas y muchos nos reprochan nuestros actos del pasado, eso es lo que nunca entenderé de los sueños, siempre nos muestran el pasado y el futuro, pero nunca se meten con el presente —contó el mismo hombre que había encontrado aquella tarde en el cementerio—. Caí al suelo de la impresión ya que no me esperaba ese encuentro. —Oye ensuciaras tú ropa, levántate —agregó molesto al verme ahí tirado—.

—¿Quién es usted? y ¿qué hace en mi sueño? —Cuestioné confundido mientras me ponía de pie—.

—¿Sueño? Oh ya veo ¿Realmente piensas que todo esto es un sueño no? —cuestionó con tono molesto sin quitarme la vista de encima—-.

—Esa es la única explicación razonable, tal vez en aquella ocasión su presencia me impactó a tal grado que ahora lo estoy soñando —contesté intentando encontrarle sentido a mi sueño—.

—Oh ¿no crees en la magia cierto? eres de esa clase de abantus que usan la ciencia para darle explicaciones a todo —preguntó molesto mientras caminaba en círculo a mi alrededor—.

—La magia y todo lo relacionado con ella no existe, ahora si me disculpa creo que despertaré en este momento, aunque debo admitir que este es un sueño bastante extraño y complicado de explicar —admití cerrando los ojos con la esperanza de poder despertar, pero no lo logré—.

—Un sueño... ¡UN ESTÚPIDO SUEÑO! Está bien Liam... Me temo que esté sueño tuyo está por convertirse en pesadilla —advirtió molesto—. Una gran ventisca apareció agitando todo, levantándome por los aires, cerré nuevamente los ojos para poder despertar y cuando los volví a abrir estaba tirado a un costado del colchón inflamable, tal vez me había caído.

—Eso fue un sueño muy extraño —dije—. Al intentar ponerme de pie coloque mi mano sobre el colchón y en ese momento me di cuenta de que lo había manchado de algo que tenía en mi mano, acerque mi mano para averiguar de qué se trataba pero algo en mi sabía de qué se trataba, era lodo, en mis manos había restos de lodo fresco, me quedé mirando mis manos durante un rato intentando encontrar una razón lógica para eso pero no pude.

The chronicles of the stiirsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora