Encuentros con el diablo

6 0 0
                                    

Al salir del colegio esa misma tarde, Iván iba con una gran sonrisa al saber que la chica que siempre hablaba con él podía ser vista. Nadie lo siguió molestando ese día y Melissa le había prometido ir al parque. Iban camino al parque cuando chocaron con un hombre de traje, Iván cayó al suelo y el hombre le dio la mano para ayudarle a levantarse. Melissa se abrazó al brazo de Iván, asustada al reconocer el rostro de uno de tantos que Lucifer utilizaba al tomar forma humana. Jamás se imaginó que tendría que verlo de frente, tenía demasiado miedo, en cambio, Lucifer, se mantenía en su papel con Iván...

— Disculpen, debí fijarme por donde iba. — se disculpó Lucifer, viendo atento al ángel mientras el joven se limpiaba la ropa.

— Descuide, se ve que está ocupado, tenga buen día. — habló Iván al extraño hombre que le dio la sensación más rara de cercanía que había sentido en su vida, se retiró de su vista junto a la chica.

— No vuelvas a acercarte a ese hombre, Iván. — le ordenó Melissa al chico, este la vio extrañado mientras se sentaba a los pies de un árbol.

— ¿Porqué no debería? — preguntó Iván confundido, el ángel no sabía cómo responder, solo le quedó darle una mentira.

— Es alguien desconocido, pudo perfectamente ser un secuestrador. Ya no eres un niño, no debo explicarte cómo funciona eso. — dijo Melissa, el joven asintió.

Se acostaron frente a un árbol mientras platicaban, Iván sintió la necesidad de acercar su mano a la del ángel, haciéndolo segundos después. Tomó su mano, Melissa quedó helada en su lugar, no quería que le quitasen sus alas, pero esa sensación era demasiado linda para ella. Volteó a verlo y este le sonrió, su encantadora sonrisa y ojos brillantes le hizo sentir mariposas en el estómago, ¿era atracción? ¿Admiración, preocupación, amor? No lo sabía, lo que sí sabía, es que el rostro de ese chico la llamaba, la obligaba a acercarse sin siquiera percatarse de ello. Su cuerpo se movía solo, sus rostros estaban tan cerca que hizo que el joven se sonrojara, pasando su mano libre por la mejilla del ángel y la besara, con todo el amor y delicadeza que verdaderamente sentía por ella.

Melissa no estaba segura si estaba siguiendo el beso correctamente, pero la sensación le gustaba. ¿Era amor lo que había entre el ángel y el elegido para llevar el alma que Dios creó? No precisamente, pero mientras Lucifer creyera que eso era lo que sucedía mientras los espiaba era suficiente para que intentase de todo para hacer que ambos, alma y ángel, fuesen a sus dominios lo antes posible. Dios presenciaba lo que sucedía, sintiendo alivio de que estuviese pasando al fin, pues lo que Dios deja pasar no es a la ligera ni mucho menos una equivocación.

Lucifer vio como la pareja tallaba sus iniciales en el árbol con un cúter de la mochila del joven, sintiendo que le hervía la sangre. Lo pensó bien, "si me dejo alterar por esto será muy evidente lo que intento". Respiró hondo y se relajó, los minutos pasaban y pudo escuchar una voz muy familiar, era Dios, milenios sin escucharlo y lo primero que oye después de tanto tiempo fue una queja hacia el ángel; "¿acaso crees que te daré una segunda oportunidad al desobedecerme deliberadamente?" Hizo aparecer un cigarro y se puso a fumar, vio al ángel sollozar y sus alas quemarse, dejando caer sus plumas poco a poco, ¿al fin iba a llegar esa hermosa razón de pecar a sus dominios?

El joven veía aquello con lágrimas en los ojos, el martirio acabó y el ángel cayó al suelo de golpe. El viento era fuerte, casi podría jurar que una tormenta sucedería si no fuera porque el sol era radiante en ese momento. Fue cuando Lucifer lo comprendió; el chico estaba siendo controlado por su alma, sus poderes estaban floreciendo. Iván cargó a Melissa de regreso a su casa, se encerró con ella en su habitación y trató de despertarla, tomó su rostro con ambas manos y sintió sus manos arder en llamas, Melissa no lo sintió, pero una flama de ese tamaño no podía ser ignorada, rozaba el techo de lo alto que llegaba.

Iván se alejó asustado, ¿acaso acababa de tocar fuego sin quemarse? Peor aún, ¿él lo había provocado sólo tocando las mejillas del rostro de su amada? Estaba confundido, temblando, era extraño. Tocó una almohada y está también se prendió en fuego, la llevó rápidamente al baño y la tiró al sanitario para que se apagase. "Esto es raro" pensó el joven, ¿que estaba pasando? Se acercó a la ventana, el viento ya no era fuerte, respiró profundo y se calmó un poco, tocó el cristal pero algo completamente diferente sucedió, se empañó por completo en un congelamiento instantáneo.

Melissa abrió sus ojos de golpe, encontrándose a Iván sentado en posición fetal en una esquina de su habitación, estaba aterrado. El ángel le sonrió a modo de consuelo, acercándose a él, pero este se alejó más...

— N-No me toques... te quemaré o- te congelaré y no quiero que ninguna de esas pase. — habló bajito Iván, todavía escondido en sus rodillas, el ángel rió leve y acarició su cabello.

— Bueno, no me estoy quemando ni soy una estatua de hielo, creo que estás bien. — respondió Melissa de manera risueña, para después tomar su mano y besar la misma de manera delicada, el chico sonrió.

— Siempre sabes como calmarme... ¿Qué está pasando conmigo? Casi quemo la casa y- luego casi congelo este lugar... — cuestionó atemorizado Iván, el ángel vio el lugar, había marcas de quemaduras en el techo y la ventana seguía empañada.

— Encontraremos la explicación de todo esto pronto, no te alteres, ¿si? — contestó Melissa mientras usaba sus poderes para borrar las marcas de quemaduras del techo, el joven asintió sonriendo, en parte esa propuesta le emocionaba.

Mi Ángel de la GuardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora