11.Un poco más allá de la amistad

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Lorena.


Por unos minutos Lucas se mantiene mirándome desconcertado y luego con el índice vuelve a arreglar sus lentes.

—¿Cómo que....? — su pregunta se queda a mitad de camino, piensa un poco y sus ojos se abren como si la epifanía pasó por él en ese breve lapso de tiempo en que no decía nada —. Nada, nadie.

Ahora yo lo mire desconcertada, ladeando la cabeza y mirándolo con duda.

—Lucas...,¿está todo bien?

—Sí. — Responde automáticamente.


28 de febrero del 2020.

Hoy es un buen día. Y no lo digo por el hecho de que el sol ha salido resplandeciente, como renacido, aunque quizás sí tenga que ver, pero..., el punto es que mi gripe a cesado y una respiración inaudible se da paso en mi nariz.

Vigilo a Loretta que me pasea de aquí para allá con el teléfono en su oreja. Está cerca. La fiesta de coronación que ella está organizando se encontraba muy cerca y, a pesar de que empezó con tiempo, anda un poco retrasada.

Robo un hielo del vaso de Matilde la cual da un leve quejido pero la soborno con traerle golosinas. Lo mastico y trago rápidamente.

—¿Lista para tu examen? — Pregunta papá que se mantiene con la vista en su computadora tecleando, pero sé que habla conmigo.

Ciertamente he tomado mi exámen de Física el cual me carcomió el cerebro, pero aún tengo el de Ortografía. Por lo menos solo queda el más suave. 

—Si mis ojeras no demuestran que estoy preparada...no entiendo qué podría. — Respondo con sencillez.

—Esa  es mi niña.

Veo cómo una extraña mamá alegre entra a la cocina bailando salsa, lo reconozco de una sola mirada porque — y aunque no lo solemos hacer —, somos muy buenos bailando los tres ritmos básicos de Apringe: Merengue, bachata y salsa. Y no es por presumir pero vuelvo y repito: lo hacemos muy bien.

—Muy bien Román, tenemos que irnos. Está tarde.

—Solo déjame leer...

—Despega tu trasero de esa silla y párate. Ahora.

—Mujer mandona — ríe papá parándose y tomando la computadora.

Niego con la cabeza. Cuando ellos quieren pueden ser cómicos.

Nana deja un jarrón y nos da una sonrisa a mí y Matilde antes de desaparecer quién sabe a dónde.

—Estoy cansada. —Loretta se deja caer en uno de los altos taburetes de la isla y hace una expresión de estar muerta, esa donde la lengua queda afuera. Rio. —Son tan estúpidos que no entienden mis órdenes.

Pobres a los que le tocó trabajar con mi hermana. Les tengo pena.

—Y aún quedan muchos detalles.

—Vas hacerlo bien —. Palmeó su espalda, me paro y robo el último de los hielos de Matilde. Corro hacia mí habitación.

—¡Ese te va a costar muchas golosinas!

Molestando a Lorena ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora