"Existe el dulce hogar"
Inferus.
Ante los ojos de cualquiera, Kenna Brown era simple.
No tenía un cuerpo voluptuoso como el resto de las chicas del pueblo, ni ojos de colores claros, ni siquiera sabía cómo leer, por lo que ante los ojos de los jóvenes, Kenna, era una tonta. La hija del panadero con ropas sucias y viejas, la menor que debía atender a su madre renga.
Ella aceptaba cada adjetivo que utilizaban para describirla, pues sabía que eran verdad, no era bonita, no tenía una gran inteligencia y era la menor de sus dos hermanos. Kenna no estaba avergonzada de su familia, creía, que no tendría más futuro en el pueblo más allá de casarse con uno de los jóvenes que habitaban allí, se sentía bien con ello. Ya lo había aceptado.
Su madre decía que aquello era lamentable.
La rutina de Kenna era simple: se levantaba, bajaba para desayunar con su familia ya vestida con los trajes viejos de su hermana-Su madre no tenía suficiente dinero para comprarle nuevos-, salía con su padre hacia la panadería para recoger los pedidos de pan que debía entregarle a los nobles, luego volvía para dejar el dinero y se dirigía a su casa, para preparar el almuerzo que le dejaría a su padre.
Hoy sentía que algo sería diferente. Como acostumbraba, se colocó una falda marrón vieja, junto con una camisa que hace tiempo había dejado de ser blanca y un chaleco que le ajustaba todo lo que, a su parecer, no tenía. Tomo sus botas favoritas, un regalo de su hermano cuando recibió su primer pago, hacía cinco años de aquello, pero no había crecido mucho y todavía le quedaban, por lo que nunca dudaba de usarlas. Era lo único que era completamente de ella, eso y una vieja hebilla de plata que sus padres le compraron en su nacimiento, el resto era herencia de su hermana.
Bajo como siempre, saltando de dos en dos para acortar el tramo, era bastante habilidosa con la actividad física, de pequeña, las niñas tenían de importancia ganarse a los jóvenes para futuros matrimonios, Kenna debía asegurarse de atender a sus padres, así que jamás podía atender esos asuntos, no como su hermana mayor. Por esa misma razón es que dejaron de prestarle atención, por lo que Kenna comenzó a reunirse con los niños del lugar, junto a su hermano. Y los niños tienen una regla que es de su puro conocimiento.
O luchas y corres a nuestra velocidad o te dejamos atrás. Algo que Kenna no quería que le sucediera.
Su hermana la miró de mala forma ante la brutalidad con la que hacía tal acto; Lia Brown era la mayor de los tres y la más molesta de todos, en opinión de Kenna, claro. Siempre destacó por los ojos azules que había heredado de su madre, junto con su complexión, al ser la primera hija, era la que tenía todo nuevo, por lo que siempre relucía trajes limpios y sombreros bonitos. Se sentaba regia en su silla y mantenía el rostro igual de serio que siempre, como si estuviera ante nobles y no en el comedor de su casa que no tenía separaciones, con dos cuartos arriba que compartía con sus dos hermanos. Kenna siempre despreció esa actitud desdeñosa ante lo que tenía, por lo menos no estaban juntando monedas en un callejón.
—Buenos días —saludó con una sonrisa.
—Buenos días —respondió su padre de igual manera.
Se sentó en su lugar de siempre, del lado izquierdo de la mesa, dos sillas apartada de la esquina donde está su padre, el lugar de la hija menor. Tomo las tostadas que había en la mesa y las untó con la mermelada que había hecho con su madre hace unos días, su hermana la miró con disgusto ante los movimientos bruscos que la joven realizaba, pero a Kenna poco le importó.
—Hoy volvieron los O'Brien —anunció su padre mientras tomaba un poco de su té.
La emoción embargó a Kenna ante el anuncio hasta el punto de atragantarse, las hermanas O'Brien eran amigas suyas hijas de un marqués del lugar, las había conocido de pequeña con las entregas de pan que hacía, era lo único femenino que conocía y apreciaba. Vivían en Inferus desde antes del nacimiento de Kenna, pero luego de que la mayor, Cassandra, haya sido comprometida al príncipe heredero había viajado mucho a Vilsimia por lo que Kenna los había dejado de ver, hacía ya tres años de ello. Kenna tenía la misma edad que la hija menor de los O'Brien, Emily, ellas dos eran mejores amigas y siempre se mantuvieron comunicadas ante la distancia, ella le contó sobre la gran ciudad de Vilsimia y sobre su nuevo sobrino, el próximo heredero a la corona, quien había nacido hace solo un año.
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Eunoia
Teen FictionLuca siempre ha sido alavado por su gran inteligencia, tanto asi que los nobles lo han nombrado como el proximo gran general del Continente Norte, aunque el solo quiera vivir una vida tranquila e intentar formar una familia. Un dia conocera a una jo...