S| You can feel sanity go
away in need of a second
kiss.
↳ (Explicit scenes)
↳ (Natasha Romanoff x
Female oc x Maria Hill)
Créditos a @Infiernocautivo
por la portada.
La fría tarde de invierno trajo consigo lo que podría ser la idea más suicida y por mucho impulsiva de todas; tras noches tratando de sopesar como hacerle frente al grupo de hombres que irrumpía en su frutería amenazando la vida de su hija o la suya, la casi viuda de Charles Brauer pasaba por una mala racha. Todas las cosechas que traían perecieron ante el gélido clima que azotaba la región en aquella temporada, habría sido casi que impensable el hecho de que tendría un esposo en cama, una hija cuyo marido se estaba cansando de esperar un hijo y deudas por las medicinas de su marido.
Heather Dorcas, la dueña de esa linda tienda de herbolaria que se hallaba a cuatro puestos del suyo llamo toda su atención, en la puerta con apariencia demacrada y ojos blancos cual cielo en invierno veía con aquello que parecía ser diversión. La brisa fría recorrió su espalda en un temblor que puso cada centímetro de su piel de gallina: la Sra Dorcas había muerto hace una semana.
Perturbada por la apariciendo cerró la puerta del local, sacudiendo su cabeza ante las imágenes que una mente tan saturada e imaginativa podía crear, la verdad era que aquello solo podía ser producto de su imaginación. Dorcas se murió a manos de un hombre, más que un ladrón, aquel deplorable y vil ser le quito todo atisbo de decoró que poseía hasta el momento de su muerte. Una vez llegasa la mañana todos fueron testigo de ropas rasgadas y un cuerpo tan frío como un tempano tendido en medio de la calle, desperdigadas por los carriles quedaronas monedas teñidas de rojo escarlata.
Aferrada a la bolsa que yacía colgada en su hombro y dando pasos largos, Isodel Ulrich deseaba no tener el destino que aquella mujer que en algún momento fue la hermana menor de su amiga; lo cual vio difícil porque ahora, siendo el objetivo de palabras malsonantes y una lista inexacta de vulgaridades del grupo de borrachos usual. Eran los mismo que hacían vandalismo y tiraban todo en su tienda, estaba siendo seguida por ellos y no tenía oportunidad. En medio de ese instante de pánico figuró que los cuatro borrachos no podían seguirla hasta su casa, su hija se hallaba viviendo con ella mientras su marido finiquitaba unos asuntos en Berlín.
