Cartas a Net

Carta 0

Cuando pequeña me preguntaba por qué los hombres parecían ser criaturas nocivas para el alma pero amables para la compañía. Mamá me repetía que papá no era un mal hombre, al contrario, siempre había hecho lo mejor para que ambas saliéramos adelante. Intenté entender sus comportamientos destructivos a medida que crecía, desde los ataques que venían acompañados de un: es porque te quiero, hasta las disculpas repetidas que surgían luego de  lágrimas y gritos que parecían no acabar.

A medida que fui creciendo cree la idea de que el amor era un fenómeno con tal belleza para ser expresado, pero tan complejo como para poder interiorizarlo. Me gustaba escuchar cuando mamá le decía a papá lo mucho que lo amaba, cuando se daban miradas cómplices en la cocina, cuando se besaban con tanta pasión que parecían estallar porque no les cabía más amor en el cuerpo y corazón. 

Quise siempre sentirme amada de manera recíproca, me hacía ilusión sentir esas mariposas que un día me pintaron en la televisión. Quería encontrar el amor, mi propia versión. 

Cuando conocí a Net tenía todo lo que me disgustaba: libertad, valentía y mucho a amor para dar. 

¿Irónico, no es así? Me molestaba el hecho de que fuese tan confiado como para creer que el amor era algo sencillo, él lo pintaba como una forma de ver el mundo, para mi era un destino fijo.

Net no fue mi primer amor, estuvo lejos de serlo. Tampoco fue mi primera herida, pues habían muchas antes de que él llegara. Jamás quise lastimarlo, pues no me lastimó con tal intención como para usar la crueldad como arma para el abandono, pero de alguna manera, el daño fue un escudo que utilicé para que mi corazón no resultara tan afectado.

Si algún día tienes la osadía de leerme Querido Nethan, quiero que sepas que si algún día te amé, hace tiempo lo dejé de hacer. El perdón está condenado con el olvido, y tarde o temprano yo preferí condenarte antes de que pudieras amarme.

Con amor y sin destino: Venus.