Conoceme.

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Estaba en mis diecisiete, una adolescente como cualquier otra que vivía estresada por el instituto y enojada con la sociedad. Una adolescente que aún le faltaba madurar en muchos aspectos, guiada por la rebeldía para no obedecer las órdenes de sus familiares quienes le pedían que sonriera de vez en cuando. No quería sonreír ¿Qué no lo entendían? No sentía que tenía alguna razón para sonreír. No me gustaban las muestras de cariño, no porque quisiera hacerme la dura, la verdad es que me incomodaban.

Observaba mi casa como una cárcel, las reglas como las rejas de ella, los gritos como los castigos de los guardias a los presos y mi vínculo familiar como mi condena. No me malentiendan, amo a mi familia, pero sus acciones, sus consejos cargados de críticas para nada disimuladas me hizo tenerles rencor por un largo tiempo. Mi mayor sueño era huir de allí y poder disfrutar de la soledad que me acompañaba siempre, amaba tanto aquella soledad, tan amigable, tan tranquila, tan leal. La extraño.

En varias ocasiones soñé que la única manera en la que soltaría las esposas y escaparía de aquella cárcel color crema, sería en un ataúd. No me desagradaba la idea, tenía solo diecisiete años de edad y ya me sentía cansada de vivir. ¿De qué te sentías cansada, Luna? Si no habías vivido nada aún…

Cómo sea, odiaba estar rodeada de demasiada gente, no lo sé, me hacía sentir insegura, amenazada, al descubierto. Cuando estaba sola, tenía tiempo para pensar en silencio, en lo que quería, en lo que no quería. Nadie me molestaba.

Amaba las nueces y odiaba la miel. Es algo que aún mantengo aunque con algunas excepciones, pero eso ya lo veremos en unos cuantos capítulos. Cómo te decía, odiaba la miel, demasiado empalagosa para mí gusto. Me pasaba igual con las relaciones amorosas o las muestras de afecto exageradas. Me provocaban náuseas. Sin embargo, amaba los libros de romance, eran mí gusto culposo, solo ahí no me sentía incómoda. Tenía mi vida completamente planeada, terminaría la secundaría, conseguiría un empleo que probablemente odiaria, ahorraría mucho y me iría a vivir en una cabaña alejada de la gente. En cualquier parte del mundo, pero sola. Nada de esposo o esposa, ni hijos. Solo yo.

Hasta que ocurrió un pequeño evento que desordeno todo mi mapa, provocando que perdiera el rumbo y me dejara en el limbo por un tiempo.

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⏰ Última actualización: May 20, 2022 ⏰

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