Capítulo Único

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Hope siempre ha estado orgullosa de ser parte del equipo de futbol bandera de Mystic Falls High School. Le encanta el deporte, y sus compañeros de equipo son personas maravillosas y tolerantes. Cuando juega futbol bandera, se siente en casa, sin preocupaciones; de alguna manera borra de su mente todo lo académico y puede escapar de su familia un poco (muy) problemática. Cada sesión de práctica es vigorosa y agotadora, pero siempre sale satisfecha y realizada. Y dolorida, aunque esa parte es irrelevante.

La Entrenadora Pierce es un poco... Como diría la mayoría de la población estudiantil; loca. Su entrenamiento es un nuevo nivel de dolor, y Hope puede dar fe de ello. Ciertas sesiones de entrenamiento la dejan dolorida en lugares que nunca supo que podrían doler, y si se basa en los gritos de angustia de sus compañeras de equipo cuando exige que den setenta vueltas alrededor del campo, diría que la Entrenadora Pierce tiene definitivamente algún tipo de condición mental sádica.

Sin embargo, sus locos regímenes de entrenamiento son efectivos, por lo que Hope no se queja.

Bueno, ella no se queja la mayor parte del tiempo, pero ahora mismo, lo único desea es la dulce liberación de la muerte, anhela que el ángel de la muerte tome lo que queda de su alma y deje un cuerpo sin vida atrás. Con suerte, su alma no sentirá el dolor de los músculos de su pantorrilla, a menos que sea tan increíblemente doloroso que incluso su espíritu moribundo sienta dolor físico.

- ¡Sigan corriendo, chicas, esos abdominales no salen de la nada! - La Entrenadora Pierce grita, y es bastante extraño que no esté sudando en el calor sofocante del verano, pero Hope ya ha aprendido a no cuestionar todas las extrañas cosas que rodean a la Entrenadora Pierce.

De todos modos, no es como si pudiera pensar demasiado en ello, porque puede sentir que sus piernas lloran, pero ver a sus compañeras de equipo correr junto a ella lo hace un poco menos miserable.

Siente un golpecito en el hombro de quienquiera que acaba de llegar a su lado - ¿Ya te estás muriendo, Mikaelson? - Pregunta una voz burlona a su lado, sin aliento por las cincuenta y seis vueltas que han estado corriendo.

Hope se vuelve para ver a la capitana del equipo, Josie Saltzman, sonriéndole - Eso quisieras, Saltzman - Responde ella sonriendo - Tal vez deberías hacerte esa pregunta a ti misma. Me sorprende que alguien quiera tener una conversación mientras estamos en este estado-

- Se llama alentar a tu equipo a dar lo mejor- Responde Josie haciendo un puchero - Tienes una resistencia increíble - Se maravilla, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

- Díselo a mis piernas, están literalmente chillando mientras hablamos - Responde Hope jadeando.

- Oye, ya sabes lo que dicen - Dice Josie sonriendo - Si sufrimos...-

- Sufrimos juntas - Termina Hope por ella regresándole la sonrisa - Bien dicho, Capitana. Ahora... Menos hablar, más correr. Solo nos quedan unas diez vueltas-

La sonrisa de Josie solo crece, sus ojos se arrugan en las esquinas -Tus deseos son órdenes-

//

- Hoy fue marginalmente mejor que ayer - Les dice la Entrenadora Pierce, leyendo de su portapapeles - Espero que la próxima vez que haya otra carrera de setenta vueltas, todos ustedes muevan esas pequeñas piernas un poco más rápido. Eventualmente, nos convertiremos de alguna forma en una especie de seres inmortales -

Landon, un chico escuálido que está ayudando a la Entrenadora Pierce en el entrenamiento, tartamudea un poco, mirando el portapapeles -Uh... ¿Entrenadora Pierce?-

La Entrenadora se voltea para mirarlo con las cejas levantadas - ¿Sí, London?-

- Es Landon - La corrige el chico tropezando con sus palabras -Solo quería preguntarle; ¿qué está mirando? - Murmura nervioso - Porque no hay nada en su portapapeles -

You are the reason - HosieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora