Capitulo 4

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Chloe

Cuando vi a Taylor, mi ex en la puerta de mi casa no supe cómo reaccionar, lo primero que pensé fue ¿Qué quiere y porque diablos había venido desde Kentucky hasta acá? Cuando entramos a la casa y fuimos a la cocina vi de reojo a Sean lanzándole dagas con los ojos cosa que tampoco entendí. Ya estando solos le pregunte directamente que quería y lo que contestó fue:

- Porque te extraño mucho baby, te necesito conmigo, extraño cuando hablábamos por horas, cuando nos abrazábamos y nos decíamos cuanto nos queríamos, extraño todo de ti, por favor vuelve conmigo – me contesto y me agarro las manos, al principio no entendí, pero luego reaccione y me zafe de su agarre y le dije:

- Taylor mira, no quiero sonar tan mal pero ya te dije que no, ya no quiero volver contigo, no quiero saber ya nada de ti, entiende que no siento nada por ti, ya no quiero seguir en una relación donde no hay confianza, comprensión, donde me siento monitoreada y no quiero seguir sobre todo en una relación toxica, así que por favor y por última vez ya no sigas con lo mismo – le solté, el dio un paso hacia mí y yo lo di para atrás, él iba a dar otro, pero Sean hizo acto de presencia.

Cuando él dijo que si éramos pareja sentí las famosas mariposas en el estómago y se volvieron locas en mi interior cuando me abrazo y me beso el cuello, por dentro estaba gritando, pero por fuera no quise demostrar tanto. Pero arruino todo cuando me respondió enojado, no sé porque lo hizo la verdad, lo primero que me vino a la mente fue en darle un puñetazo amm... si, no a la violencia, pero mejor opte por alejarme e irme a mi habitación, no espere que él me siguiera o me hablara pero lo hizo, y lo peor fue que me vio llorando y sumergida en la rabia e impotencia sobre cómo se había comportado conmigo que me había ayudado a alejar a Taylor de una buena vez y después cuando no respondió le dedique una sonrisa sin nada de gracias, me zafe de su agarre y camine directo a mi habitación alejándome de él...

Y ahora, acostada en la cama de mi cuarto pensando y escuchando 8 letters de Why dont we, he aprendido que la música nos provoca liberación en nuestro cerebro una sustancia química que nos revoluciona, nos transmite paz, confianza, placer, ganas de hacer cosas y mucho más. A mí me produce mucho de esas sensaciones porque con la música me siento libre, capaz de cualquier cosa...

Tres toques en la puerta de mi habitación hacen que despabile y le baje el volumen a la música.

- Pase- digo aun acostada en mi cama sobre mi espalda con la vista en el techo, medio vi de reojo que cerraban la puerta y se acercaban a la cama

- Ari, ¿estas bien? – me pregunta Mely sentándose en la cama

- Si Mely, solo quería estar solo un rato nada más – le respondí y me giré hacia ella

- ¿Qué pasó con Taylor? – preguntó - ¿Por qué Sean salió prácticamente corriendo de la casa?

Le conté todo lo que había pasado con Taylor, lo que hizo Sean, ella me transmitía una gran confianza, desde la conocí sabia una conexión de amistad que no lo había sentido ni con mi "mejor amiga", ella escucho atentamente y luego como de dos horas baje junto con Mely a despedirme de los chicos y de Annie porque ya eran pasadas las nueve de la noche.

Austin pidió sushi para los dos y cenamos en la sala viendo los Peaky Blinders una de nuestras series favoritas. Como a las once y media de la noche llegó mamá, yo estaba en la sala todavía esperándola y Austin estaba dormido en un sofá boca abajo.

- ¿Cómo te fue hoy mamá? – le pregunte cuando se agacho a darme un beso en la frente y se tumbó a mi lado en el sofá

- Muy bien mi amor, ¿y a ti?, ¿Qué tal la escuela? – preguntó acariciando mi cabeza con su mano, yo me acosté sobre su regazo, siempre me había gustado que mi mamá me hiciera eso, me sentía en paz y protegida

- Bien, con algunos percances... a ella también le conté lo de Taylor y lo de Sean (aunque no hubiera mucho que decir) con mi mamá siempre había tenido una confianza inigualable, éramos madre e hija y también amigas porque me aconsejaba y a veces me reprendía, claro, éramos así como las Chicas Gilmore.

- Hay mi amor, pero por lo menos ya dejaste en claro todo con Taylor y son respecto a tu amigo Sean pus... - se calló, me miró fijamente y pude leer la incógnita que surcaba su mente en esos momentos – Ari, ¿te gusta Sean?

- Ay mamá ¿enserio? – me levante del sofá – no mamá no me gusta, cómo me podría gustar si no lo conozco de nada. ¿Y si es un fugitivo o un ladrón? Claro que no

Mi mamá negó con la cabeza y se levantó del sofá, se acercó a mí y me abrazo divertida, me besó la cabeza y no siguió hablando del tema, aún abrazadas subimos a mi habitación y me arropo para que durmiera como cuando lo hacía cuando estaba pequeña, se despidió de mí, cerró la puerta y apague la luz de mi mesita de noche que era una Torre Eiffel regaló de mi papá en mi cumpleaños número 17, último año que pasamos juntos ya que me gustaba mucho Paris.

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 A la mañana siguiente me desperté a las siete para darme una larga y rica ducha y vestirme tranquilamente para ir a la escuela, a los veinte minutos de que salí de la ducha y colocarme frente al armario escogí unos shorts de mezclilla azul, un top blanco y encima una camiseta blanca a cuadros, unos tenis blancos, secarme el pelo y hacerme una media cola, oufit básico pero bonito a mí gusto, baje a la cocina donde ya estaba mi hermano con su jugo de naranja y tostadas comiendo en la encimera y mamá estaba ya vestida también para ir a su trabajo con su bolso y vaso de café en mano.

- Hola mi niña – me saludo al verme – en la taza negra te dejo tu café y a la par dinero por si quieren llevar – se acercó y me dio un beso en la frente y uno en la mejilla a mi hermano

- ¿Ya te vas? – le peguntó Austin

- Si niños, hoy tengo que entrar más temprano a mi turno, ayer deje trabajo que me faltó terminar, los amo y los veo en la noche, cuídense – dicho eso salió por la puerta

- ¿Nos vamos ya nosotros? – mi dijo Austin y solo asentí con la cabeza, me tome mi café rápido y tome el dinero que dejo mamá

Tomamos nuestras mochilas y Austin abrió la puerta, pero al hacerlo se quedó a medias y me asome sobre su hombro y me quede sorprendida al ver las caras que nos veían desde el porche.

No Hay Marcha AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora