capítulo II

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¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.

—Isaías 14:12

Bajo la cálida sombra de las hojas, rodeado de rosas blancas un muchacho omega aguardaba a que la mañana terminase. Desde pequeño siempre gozó de una gran belleza y atractivo natural. fue gracias a esto y a su aspecto casi divino que sus madres le concedieron el nombre de Gabriel, en honor al arcángel y mensajero de Dios . Por momentos su mirada  se posaba sobre la gran catedral que se encontraba al frente suyo, ese magnifico y hermoso edificio fue erigido en honor a un dios que el odiaba y dentro se promulgaba una fe que el no compartía pero con la que tenía que convivir todos los días de su vida

El tiempo que pasaba evadiendo sus responsabilidades el lo acompañaba con el humo del cigarrillo y el sonido envolvente de sus audífonos que lo privaban de todo a su alrededor.

Para el hermoso Gabriel el placer de no hacer nada terminó cuando a través de la amarga esencia del humo un fuerte y seductor aroma llegó a su nariz. De manera instintiva levanto la mirada y contempló frente a el la gran imagen de una mujer alfa cuyos ojos no paraban de admirarlo con asombro. La presencia de la alfa vino acompañada de un leve malestar en el pecho, esta sensación era algo nuevo para el omega e hizo despertar la curiosidad en el

el interés que Gabriel sentía por aquella mujer se vio reflejado en sus delicados ojos azules que lanzaron una poderosa mirada a los ojos tímidos y confundidos de la alfa. en el momento en el que las miradas de ambos se entrelazaron un gran escalofrió recorrió el cuerpo de la mujer haciendo que ella por primera vez en muchos años se sintiera intimidada. Quizás aquel chico era una aparición, un ángel, enviado por dios que talvez venía para recompensarla por tantos años de devoción y fe. perdida en medio de sus delirios la mujer comenzó a caminar lentamente hacia el ángel, en su mente tenia la ilusión de que si se acercaba lo suficiente el podría sujetarla en sus brazos y así una vez juntos el ángel alzaría vuelo para poder llevarla finalmente al reino de los cielos 

fue en ese momento mientras la alfa se le acercaba con la mirada perdida que el chico finalmente la pudo reconocer. Se trataba de María reyes, su directora, una mujer a la que el siempre había considerado como vieja y amargada. Darse cuenta que aquella interesante mujer no era mas que otra alfa en una posición de poder mato casi instantáneamente todo el interés que había nacido dentro de Gabriel por ella

—por favor ahórrese el palabrerío que me quiera decir —dijo el omega—ya se que estoy infringiendo como un millón de reglas al estar aquí, así que hagámoslo rápido y simplemente vayamos a su oficina —

La voz dulce y juvenil del muchacho irrumpió en las fantasías de la alfa arrastrándola de nuevo a la realidad, ahora La visión del ángel se desvaneció dejando tras de si la imagen de un estudiante que estaba fumando en medio de un lugar al cual no tenía permitido entrar.

—!Cómo es que se atreve a fumar aquí¡ —grito María amenazante

Un solo grito de la alfa bastaría para intimidar a cualquier persona y más si se trataba de un omega, pero está vez fue diferente, pues el joven Gabriel no mostró ni una sola pizca de temor en su rostro e incluso se atrevió a desafiarla con una fría y desaprobadora mirada

—ya le dije —interrumpió cruelmente el Omega —ahórrese el regaño que de poco o nada le va a servir y vamos para su oficina —

La alfa retrocedió un único paso y dudo de si misma por unos segundos, para ella el echo de que esté omega varios años menor le rivalizara era algo ofensivo que  solo avivaba más su ira

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2023 ⏰

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