Su reloj de mano marcaba las diez de la noche, oficialmente su jornada había terminado ya hace un tiempo, pero Víctor quería una excusa para quedarse mas tiempo. Se sobo la mejilla derecha al recordar la cachetada que le dio su hermana en la mañana; la discusión se acaloro rápido y el chico no quería volver a pelearse sobre su futuro, o carencia de uno.
Otra cosa que tampoco quería hacer, aunque para esta no tenía remedio; Agacharse, meter el relleno de papel en un par de tenis, colocarlos en su caja y acomodar la caja en la bodega. Por suerte él no contaba el número de veces que ya había hecho eso, a sabiendas de que su jefe se enojaba si no barrían antes de cerrar. Víctor puso otra caja en las estanterías de hasta arriba y después bajo de la pequeña escalera, su altura le permitía no usar la otra más grande.
De forma repentina, una caja del otro lado de la bodega cayó y su impacto con el suelo hizo eco en la oscura bodega. La chica que estaba usando la escalera grande casi se cae de esta por el susto.-¿Fuiste tú, Víctor?–Habló con voz temblorosa.
-No, pero yo lo acomodo. No te preocupes-.Caminó entre las cajas hasta llegar adonde estaba su compañera, pero ella bajo con mas rapidez de la escalera y puso la caja en su lugar, justo cuando el chico lograba atravesar el laberinto que era la bodega.–Gaby, casi te caes–dijo Víctor después de suspirar.
-Es que iba a pedirte otra cosa y pu-pues estaría feo deberte un favor.
Víctor soltó una pequeña risa.–No creo que funcione así, pero bueno. ¿Qué pasa?
-¿Puedes cubrirme hoy? Se que barrer la bodega toma mucho tiempo, pero es que estoy en semana de finales y tengo muchas cosas que hacer-. Gabriela se veía algo nerviosa mientras hablaba.
-No me digas a mí, dile a el Don. Por mi no hay problema, pero ya sabes cómo es él.
-Ya le hablé sobre eso, a mi me pareció muy comprensivo. No se que tienen tu y Carlos.
-Deja que pase un año y a ver si te sigue pareciendo comprensivo.- Decía Víctor bajando la voz y replicando ese gesto condescendiente con el que su hermana le habló en la mañana, aunque el y Gabriela solo se llevaban dos años.
-Bueno, ya, ya. Nos vemos Vítor, en serio, perdón por dejarte solo.
-Deja de decirme así y estamos a mano... Vete con cuidado.- Ambos se miraron a los ojos durante unos segundos, fue Víctor el primero en romper contacto visual. Empezó a mirar de un lado a otro, fingiendo que no estaba mirando los ojos cafés de Gabriela.
Ella y Víctor compartían unas ojeras pronunciadas. Aunque uno era por decisión propia y la otra caminaba con rapidez hacia afuera de la bodega, acomodando sus cosas en una pequeña mochila de la que colgaba un llavero de superhéroes. Víctor no notó cuando Carlos se fue, una incomoda charla con su jefe después y el chico se quedo solo en el establecimiento.
Pasaba la vieja escoba por los mosaicos del piso, usando unos audífonos a los que solo les servía un auricular. Escuchaba las mismas canciones de siempre en un Motorola viejo, con la pantalla cuarteada; "Si te hace feliz, no puede ser tan malo. ¡Si te hace feliz! ¿¡Por qué demonios estas tan triste!?" Gritaba una voz femenina encima de una batería energética y furiosa, nada que ver con como se encontraba Víctor.
Solo faltaba recoger un pequeño montón de basura mas y la canción estaba a punto de terminar, cuando esta fue interrumpida por la vibración del teléfono. Víctor miro unos segundos la pantalla, contesto la llamada sin ganas.
- Ma', ya te he dicho que no me llames hasta que salga del trabajo.- Víctor acerco el micrófono de los auriculares a su boca mientras recargaba la escoba y a si mismo en una pared cercana.
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Los demonios de Víctor
ParanormalVíctor tiene una vida soportable, hasta que su hermana es hallada muerta y la última cámara que la vio no muestra nada, al menos no a la policía. Víctor es el único que puede ver a un hombre siguiendo a su hermana antes de desaparecer y a partir de...