Le pedí a la vida todas las noches que te vaya bien,
que cumplas tus sueños, y que la sonrisa nunca se te borre del rostro,
porque la amaba, y quería tener conmigo tus hoyuelos en el corazón
hasta el día que me deje de latir.
Nunca supe entender por qué no me esperaste como dijiste que lo harías,
si se supone que el amor se trata de eso,
de enfrentarse cara a cara con las adversidades, y jurar por el propio sentimiento no rendirse jamás.
Si supieras que por un beso tuyo
hubiera peleado con monstruos,
y hubiera sido paciente hasta el fin de mis días, porque el cuerpo me decía que si te ibas,
el mismo se marcharía junto a vos.
Y así fue, escribo recordando el fragmento de mi vida en el que me sentí un poco más completa, y no con el alma agrietada, esperando volverte a ver.
