Gris

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Sentado en el asiento de éste auto con cristales tan claros por los que pasó una luz que de pronto me hizo escuchar, ya que me veía sumergido en un silencio total o una sordera... sería más preciso decir.

De a poco pude ir distinguiendo las notas de la guitarra de una canción que me hizo recordar mucho a la primera vez que estuve contigo, la primera vez que nos vimos.

Me pregunte:¿ que Tanto de esas personas queda en nosotros?, pues las malas experiencias también cambian de a poco, pero cambian y es en menos de lo que podemos imaginar. Hoy no somos los mismos que ayer para bien o para mal.

Me entristece un poco la melodía de fondo, pues también pude rememorar la imagen de mi reflejo en esos ojos llenos de oscuridad y dolor, dolor cuyo origen se esconde tras una sonrisa coqueta, me reflejé y los reconocí, pues curiosamente pude hallar gran parecido a los que me fueron dados, aunque hoy en día es muy raro que me vea reflejado en ellos y eso entristece mi alma, desgasta mi espíritu, con cada mirada que me das.

Siento como soy atravesado con una lanza sin filo, su corte no es limpio, desgarra y magulla la carne. Mientras me desangro pierdo la fe en mí, me cuestionó sobre el bien y el mal, sobre el blanco y el negro, sobre como no se puede estar en la mitad, pues en la vida no hay grices y los tibios son castigados con frialdad e indiferencia, nadie quiere un tibio.

Pero:¿ que hay de quienes solo buscamos nuestra paz?, los que queremos días que valgan, en los que vivimos y no solo existimos, los que soñamos con ser casi tan libres como los cóndores que planean en el cielo con sus alas, que solo son prisioneras de la noche y solo en ocasiones o quizá no son prisioneros, tal vez solo aman tanto el cielo azul de los días, el naranja de los ocasos que son incapaces de traicionarlo con los oscuros cielos nocturnos, pues al igual que ellos, quiero ser fiel a mí, a mis principios y valores, sentirme vivo a diario.

No quiero solo existir y ocupar un espacio en este mundo terrenal, no quiero llevar arrepentimientos a mi lecho de muerte, quiero haber vivido, haber reído, haber amado, haber sido libre; como me sentí contigo esas primeras veces al entender el universo que eres, lleno de planetas y constelaciones que aún al día de hoy me vuelve loco descubrir, pero siendo libre de volar, de sentir, de ser yo, como esas aves que surcan los cielos, que bailan para su eterno amor, y le son fieles al mismo, aún siendo libres.Yo solo quiero recorrer tu cielo, solo quiero ser yo mientras estoy contigo.

InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora