Chile.

74 7 0
                                    

El frío y oscura noche, desolada de cualquier muestra de vida, con la luz de las farolas como iluminación y las ventanas de las casas y negocios cerradas con pestillo, eran lo único que Chile podía ver desde la ventana del automóvil donde iba en el asiento trasero.

- ¿Ya está todo listo? - pregunto el country mientras seguía observando la oscuridad de las calles silenciosas.

- Si, señor - respondió el chófer que movía el auto directo a la embajada de Argentina en su país.

El country no respondió, solo aspiró aire con fuerza y giro la cabeza ligeramente hacia el comité enteró de autos diplomáticos que le seguían detrás.

Con el toque de queda era peligroso salir a las calles, militares vigilaban cada rincón del país, amenazando con fusilar a cualquiera que asomara la nariz fuera de su casa después del toque de queda, sometiendo a los ciudadanos a un miedo irracional que les obligaba a obedecer, pero para Chile, la representación del país, era bastante difícil que cualquier puerta se cerrará. Era el consentido del comandante, lo cuidaba y consentía siempre, dándole la razón en cada conflicto que el country le informaba que tenía, ordenando a sus soldados que hicieran caso a toda orden que él les diera.

Que bonito era querer tapar el sol con un dedo ¿Verdad?

Unos militares detuvieron la caravana y se acercaron hasta el auto que tenía emblemas militares en los costados. Un joven de no más de 25 años se asomo a la ventana del conductor y este bajo el vidrio.

- Hay toque de queda, amigo - le informo amablemente sorprendiendo incluso al country que iba en el asiento de atrás - de media vuelta o vamos a tener que arrestarlo.

- Vengo por un asunto oficial, señor - informo el chófer - nuestro representante viene a ver al representante de nuestro país vecino - termino de informar mientras hacia un gesto con la cabeza hacia atrás.

El soldado encendió una pequeña linterna y la guió hacia los asientos traseros donde el country estaba sentado con pose firme, estoica y sería. La luz le dio directamente en la cara haciendo que sus ojos sin pupilas ni iris, de colores rojo y azul brillarán antes de que el country entrecerrara sus ojos por la luz. El soldado de inmediato apagó la linterna y se cuadro frente al auto haciendo que su escuadrón enteró respondiera igual.

- Adelante, puede pasar - dijo el soldado con voz firme y casi temblorosa - lamentamos la confusión, señor Chile.

El chófer miro por el retrovisor al country que solo asintió y enseguida comenzó a avanzar, seguido de la gran caravana de autos que le seguían.

Chile sabía la razón del temor del soldado, sabía que el general había ordenado a todo carabinero y soldado del país que debían obedecer sin chistar al country incluso bajo a amenaza de fusilamiento o encarcelamiento en las zonas de interrogatorios del general. Ilusamente, el hombre creía que mientras tuviera a Chile contento, no tendría problemas con la gente, por eso lo tenía bien tratado y cuidado, no lo dejaba salir de la enorme mansión donde lo habia metido, sin vigilancia, todo para que no viera la realidad de su gente.

Pero para un country hacerse de oídos sordos y ojos ciegos a las necesidades y sufrimientos de su pueblo era imposible.

Cada country soñaba con su gente cada que se disponía a descansar. Ataques a su población, gritos desesperados, asesinatos, violaciones, todo eso los countrys lo veían en sus sueños, enterándose así de lo que pasaba con su pueblo. Cuando Chile se enteró de lo que realmente pasaba en los campos de interrogatorios y cárceles del general, decidió hacer algo al respecto.

- Pueden dejarme aquí, quiero que todos salgan fuera, quiero estar a solas con mi hermano - ordenó Chile con ese tono de voz imponente que hacia que todo soldado obedeciera.

One-shots. Countryhumans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora