Familia

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Un castaño con gorro de cola de mapache, camisa de cuadros y ojos sin pupilas de tonalidad verde, caminaba con las manos tras la espalda, con calma. Su respiración tranquila contrastaba exageradamente con las luces rojizas que destellaban por el largo pasillo y la alarma de la seguridad claramente violada.

- ¡Esta en el pasillo norte! - escucho en el auricular de su oído el country. Con una sonrisa tranquila se volvió hacia el lado derecho, donde se abría el pasillo a dos direcciones.

Una canción llegó a su mente y tranquilamente comenzó a tararear. ¿De dónde la había escuchado?

Los pasos apresurados de múltiples botas resonaron en el final del pasillo. Las botas de montaña del country resonaban aún más pesados que los de la docena de soldados que corrían en su dirección.

- ¡Lo veo! ¡Puedo verlo! - escucho en su oído el castaño que tarareaba feliz y tranquilo mientras avanzaba y balanceaba con maestría su herramienta favorita en su mano derecha - ¡Fuego a discreción!

Las detonaciones resonaron por el lugar y el parpadeo de las luces rojas se apagaron, habían dado a los faroles que alumbraban el lugar.

- ¿Alguien lo ve? - pregunto uno de los hombres en una pausa de detonaciones - ¿Le dimos?

- Pero a-a-ay, como me duele - susurro el castaño de pronto, asustando a los soldados que se volvieron enseguida hacia él y comenzaron a disparar, ahí donde el destello de ojos rojos se veía enmedio de la oscuridad.

Uno tras otro caían los cuerpos, tras un grito ahogado provocado por el golpe de hacha.

Una risa sádica fue lo último que escucho el último hombre uniformado antes de caer sin vida al suelo, con el pecho abierto en tajo.

- ¡Oh! ¡La canción me la enseño Mexique! - recordó el castaño acomodando su gorro en su lugar de nuevo, sonrió tiernamente y se volvió hacia la dirección en la que iba, tarareando de nuevo moviendo su hacha cubierta de sangre y balanceando la cabeza al ritmo de la canción.

Un golpe seco en la puerta de metal lo hizo alzar el rostro, sus ojos hinchados le impedían distinguir bien que estaba pasando, los golpes de aquellos soldados realmente lo habían lastimado, sentía su mandíbula suelta comenzar a sanar poco a poco, pero no por ello menos doloroso.

Otro golpe resonó en la puerta seguido de un conjunto de disparos y un grito ahogado.

- Finally - susurro con fastidio el country de piel morena acomodándose poco a poco, enderezando su postura, con las muñecas atadas en la espalda con esas cadenas gruesas.

Un golpe fuerte sonó en aquella diminuta habitación, la puerta tembló. Un suspiro salió de los labios del moreno. Un segundo golpe seguido de otros 3 más desesperados hizo que el country volteara los ojos. Un silencio y el sonido de alguien hablando fuera del lugar se escuchó antes de que la puerta se abriera automáticamente.

Frente a si, un rubio con sombrero al estilo vaquero, camisa de cuadros con mangas alzadas a los codos y ojos celestes miraba sorprendido como la puerta se abría sola.

- WOW... - susurro el joven.

- ¿Quieres dejar de hacerte el idiota y desatarme, Australia? - gruño el americano que yacía en el suelo.

- Oh, claro, Bro - dijo el joven mientras corría hacia su hermano y se inclinaba a su lado.

Una rubia de ojos verdes claro y dos coletas se asomo desde la esquina de la puerta, era la gemela de Australia, ella había abierto la puerta gracias al panel de control.

- ¿También te enviaron a ti? - pregunto el americano cuando vio a la mujer quien sonrió en respuesta. Las cadenas se rompieron gracias a la fuerza de Australia y USA sintió sus muñecas liberadas - ¿FBI, CIA e Interpool?

One-shots. Countryhumans Donde viven las historias. Descúbrelo ahora