Einsamkeit

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   Volviste a Nibelheim luego del incidente. La ciudad era un pueblo fantasma rodeada de monstruos que rondaban las calles con mayor frecuencia al caer la noche. Pero aún así te quedaste, después de todo, este había sido tu hogar desde que naciste, no podías irte así como así.

   Claro que mucha gente volvió también, no fuiste la única, mas todos se fueron al ver el estado tétrico en el que se encontraba. Sus hogares habían sido levantados nuevamente por la compañía, pero eran...falsos. Los edificios fueron reconstruidos con una madera tan delgada que parecía cartón. Como si Shinra sólo quisiera aparentar que allí no había pasado absolutamente nada.

   Fue un milagro que no hayan pagado a la gente para volver.

   Excepto que... si lo hicieron.

   Todos aparentaban que allí nada había pasado mientras siguieran recibiendo sus cientos de giles al mes. Tú incluida, de lo cual no te sentías orgullosa en lo más mínimo pero era algo que necesitabas para subsistir y ponerte de pie nuevamente.

   Miraste por la ventana a toda esa gente extraña, no eran tus vecinos de antaño. Era gente que venía de la gran ciudad y aquello te molestaba un poco. Como si invadieran tu privacidad, en el fondo pensabas que tú tenías más derechos que ellos de permanecer en el lugar, por muy tonto que eso sonase.

   Hasta habían retomado las actividades dentro de la mansión abandonada encima de la colina. Unos científicos liderados por una mujer de cabello rubio llegaron un día y comenzaron a tratar a los "enfermos" que llegaban a Nibelheim: Hombres, mujeres y hasta niños encapuchados. Pero a ninguno se le veía salir luego de entrar a aquel lugar, sólo a los científicos.

   Suspiraste pesadamente, no querías pensar en lo que le pasaba a aquella gente para luego preocuparte y odiarte a ti misma por no poder hacer nada. No cuando tu salud mental no estaba del todo bien luego de los severos traumas que a todos dejó ver el pueblo destruido hasta los cimientos, con las personas muertas por las calles, y los gritos de quienes seguían vivos...

   Sacudiste tu cabeza intentando alejar esos pensamientos.

   Golpearon la puerta justo cuanto te alejaste de la ventana. Era un hombre alto, de bata  blanca con un archivo en sus manos.

   —Buenos días, necesitamos que conteste esto, por favor.

   Tomaste el papel que se te ofrecía y leíste: era una pequeña encuesta sobre...¿salud?

   "¿Tienes usted alguno de estos síntomas?

   -Mareos.

   -Vómitos.

   -Dolores de cabeza persistentes."

   Y ese tipo de preguntas. Respondiste rápidamente y cerraste la puerta.

   Por el pequeño ojo en la madera viste que estaban pasando por cada puerta entregando los mismos papeles. Frunciste el seño al imaginar las cosas que Shinra podría estar haciendo con toda esa información.

  





    Nunca tenías problemas para dormir, aunque tus pesadillas te mantenían despertando a saltos en medio de la noche. Excepto aquella vez.

   Sonidos de pesados pasos se escuchaban en la otra habitación, donde se suponía estaba el comedor. Te levantaste, pusiste tu bata, y caminaste lentamente hacia la puerta de tu habitación. Con una abertura de menos de 5 cm lograste ver una oscura figura salir por la puerta principal y dejarla abierta.

   Te acercaste rápidamente y más allá, en una de las salidas del pueblo, estaba la misma figura, subiendo las escaleras.

   Miraste hasta todos lados pero no había nadie. Tragaste saliva, cerraste la puerta tras de ti y seguiste a aquella figura que se dirigía a lo que supusiste era la mansión abandonada.



Ecos (SephirothxReader) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora