5: Tragedia

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Fijó su vista al frente y una melancólica expresión tomó reinado en su pálido y delgado rostro

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Fijó su vista al frente y una melancólica expresión tomó reinado en su pálido y delgado rostro.

El aroma de los inciensos ya no le era tan agradables porque es el mismo aroma a muerte que detesta.

El local había cerrado sus puertas por hoy y Souya había ido a casa con un nudo en el pecho, Nahoya decidió dejarlo solo por esa noche, ya es un mes más que se cumple desde la dolorosa partida de ambos Haitani.

Souya perdió una parte de sí, una grande e importante, la que componía todo su corazón y sentimientos puros de amor romántico. Todas fueron enterradas junto al pelimorado de la manera más dolorosa posible.

Nahoya perdió también a tu amante, nada concreto pero... Mierda, cómo extrañaría esas amatistas verle con ese brillo tonto cada vez que le dice “Te quiero" Su partida dolió como una patada en las bolas, pero la partida de Rindō significó una mucho peor en el peliazul.
Se le fue su prometido, su novio, su todo... Y cada cosa hermosa en su vida. Todo se lo llevó ese egoísta pelimorado.

La fotografía y los inciensos eran un pequeño altar al Haitani, cada gemelo tenía al suyo en su habitación y cómo dolía tener a su prometido ahí como fotografía y no en carne y hueso como lo tuvo varias veces en su cama, amoroseando, viendo peliculas, sexo, besos, cariños melosos o incluso peleas infantiles con almohadas. Cada recuerdo terminaría siendo solo eso... Un recuerdo.

La noche en donde se le fue informado de su deceso estuvo sospechosamente fría y tormentosa, la lluvia no cesaba y el frío abundaba atrayendo irónicamente más clientela, aunque por suerte ya estaban cerrando y elevando sillas cuando un varón de altura media y bien vestido con un tatuaje adherido a la organización Bonten en el dorso de su mano hizo tocar la campana de clientes.

Nahoya le informó que habían cerrado pero el hombre decidido avanzó hasta el gemelo mayor, a quien con una expresión indescifrable de dolor y angustia debió extenderle al pelinaranja ambos aretes y el anillo del Haitani mayor, dando una reverencia e informar del lamentable deceso en uno de los procedimientos de la organización.

Palideció y sus labios comenzaron a temblar de inmediato, su pecho se estrujó y un par de lágrimas abandonaron sus ojos.
De inmediato por el ruido Souya se acercó y con confusión miró al hombre y su angustiada y apenada expresión.

“—Lamento mucho su pérdida...—” Y con una ligera referencia extendió los aretes del Haitani menor, los mismos que Souya le había regalado con mucho esfuerzo en uno de sus aniversarios y que el hombre no volvió a sacarse.

Sólo sabe que en ese preciso momento su cabeza dejó de funcionar y en el momento donde volvió a reaccionar estaba en su cama con el rostro ardiente y tieso por las miles de lágrimas que derramó en ese desgarrador llanto que le hizo caer de rodillas desesperado.

El hombre se había ido asegurando prontas noticias del lugar, día y hora de la ceremonia fúnebre para ambos hermanos.

Ceremonia dolorosa como un balazo en el pecho. Veía a su amado tras el cristal del ataúd de madera tallada; Lucía hermoso a pesar de todo, su rostro sereno era tal como lo veía al despertarse él primero, su rostro tan bello y perfecto.

Lamentablemente la misión no sólo cobró las vidas del dúo de Roppongi, también las vidas de Mochizuki Kanji, Haruchiyo Sanzu y Kakucho Hitto.

Una emboscada mortal donde Kakucho fue el primero en alertar al resto, recibiendo de inmediato una seguidilla de disparos por la espalda. Ran fue el segundo en reaccionar y jalando de su hermano menor corrió hasta escudarse de todos esos disparos en un lugar seguro para desenfundar armas.

El resto de hombres y guardias llegaron a dar apoyo y eso fue útil para ganar segundos.
Ran sacó su arma y esperó misma acción de su hermano menor.

Pero él estaba herido a bala en el pecho.

Las bajas comenzaron y con ello la desesperación del resto.

Un par de explosivos aturdieron a todos, aún más a Ran quien no sabía qué hacer con su hermano muriéndose. El polvo y trocitos de techo fueron cayendo por el impacto del explosivo.

Palmó tantas veces el rostro apagándose de su menor entre lágrimas y súplicas que no sintió cuando una bala había atravesado también su pecho.

Rindō ya supo su destino y el de su hermano.

¿Pero y su prometido?

Abrazó con fuerza a su mayor susurrando entre risas nerviosas.

“—Esos algodones van a odiarnos por no llegar a cenar hoy...—”

Ran sólo sonrió asintiendo.

“—... Jamás podré decirle a Nahoya cuánto lo amé.—”

“—Ni yo podré casarme con Souya...—”

El ruido cesó un poco, los enemigos lograron entrar gracias a la emboscada.

Revisaron el espectáculo de sangre y bajas que ocasionaron, un trofeo sería llevar fotografías del cuerpo inerte del segundo al mando de Bonten, Mochizuki y los siempre bien recordados carismáticos hermanos Haitani de Roppongi.

Y bueno, incluso un año después Souya va religiosamente cada semana a limpiar su placa, encender inciensos, dejar orquídeas y gencianas y por supuesto orar un poco.

Dentro de lo que pudiera gracias a ese inquieto cachorro de apenas 4 meses que cargaba en sus brazos.

“—No deja de crecer y parecerse más a ti...—”

Ahí iban las lágrimas nuevamente, caían en masa tratando de contener su dolor y más se aferraba al pequeño cachorro que se supone sería la gran noticia el día del cumpleaños de Rindō.

Un sano cachorro que no dejaba de mirar hacia atrás, sintiendo tal vez el alma de ese sonriente y orgulloso pelilila que abraza con amor a su pequeña familia que cuida desde el más allá.

A ese peliazul gruñón que amó con todo su corazón y al ahora cachorro fruto del inmenso amor que se tenían.

A ese peliazul gruñón que amó con todo su corazón y al ahora cachorro fruto del inmenso amor que se tenían

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Gracias por leer.

¡Nos vemos mañana en el día 6!

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