4 MESES ANTES
Estaba nerviosa, no paraba de moverme de un lado al otro de mi habitación. Desprendía energía por cada uno de mis poros hasta el punto que todo mi ser vibraba con cada latido de mi corazón.
Hoy era el gran día, un nuevo comienzo que traería nuevas amistades, memorias inolvidables y un sinfín de buenos recuerdos... ¡Había entrado en la universidad!
Llevaba años soñando con poder estudiar Farmacia. Años de esfuerzo, notas impecables y noches durmiendo mal mientras repasaba mentalmente el temario.
No cabía en mí de la alegría mientras cogía mis maletas y las introducía en el coche de mis padres. Nos esperaban tres horas y media de recorrido hasta llegar a mi residencia donde me instalaría durante el curso.
- ¿Cuánto queda? – preguntó Alexia por décima vez removiéndose en su asiento.
- Solo falta una hora, princesa. Ya casi estamos – contestó con cariño mi padre mientras le sonreía a través del espejo retrovisor.
Alexia resopló mientras yo le sonreía de oreja a oreja como el gato de Alicia en el País de las Maravillas.
- Podemos jugar a las adivinanzas, si quieres – le ofrecí a mi hermana pequeña con la intención de que no nos hiciese volver a parar en lo que quedaba de trayecto.
- ¡Me apunto! – exclamó mi madre con alegría.
Las tres nos pusimos a jugar a las adivinanzas mientras mi padre sonreía escuchando nuestras desbaratadas ideas.
Me encontraba extasiada de la alegría, emocionada por el nuevo comienzo que esto supondría para mí. Hasta que oí ese frenazo ensordecedor y mi sonrisa se quedó congelada en el tiempo mientras oía a Alexia gritar asustada.
2 DÍAS DESPUÉS
No sentía nada, me sentía como en una nube, una nube recubierta de una oscuridad profunda y silenciosa. No entendía donde me encontraba, todo a mi alrededor era oscuridad y sentía mi propia respiración hacer eco en ese lugar.
Me encontraba tumbada pero no sentía ninguna superficie a mi alrededor, era como si hubiese dejado de existir como si estuviese en un lugar ajeno al mundo exterior. Sentía una pesadez sorprendente sobre mis extremidades y no tenía control sobre mis pensamientos.
Intenté recordar algo, cualquier cosa que me permitiese entender como había llegado hasta allí y fue entonces cuando escuché un chirrido estrepitoso seguido de un destello de luz que hizo que me tirase al suelo y me encogiese mientras me tapaba los oídos.
- ¡Llama a un médico! – exclamó una voz alterada mientras seguía retumbando ese frenazo en mi cabeza.
No podía respirar, me estaba asfixiando, el aire no entraba en mis pulmones mientras boqueaba desesperada. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo.
- ¡Inyectadle midazolam! – exclamó la doctora en cuanto entró a la habitación.
Entonces, volvió la oscuridad. Volví a ese lugar en el que simplemente flotaba en la penumbra sin sentir nada, sin pensar nada. Simplemente estaba, completamente ajena a todo.
Nunca hubiese imaginado que ese día maravilloso, ese nuevo comienzo que iba a suponer ir a la universidad, solo fuese el inicio del fin.
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Cuando la máscara cae [Pausada]
Teen FictionDespués del accidente Celia decide vivir tras una máscara. Nadie ni nada verá la realidad que se esconde tras esta. Así fue, hasta que conoce a Mark, un chico de sonrisa prepotente que no dudará en hacer añicos la fachada que tanto le había costado...