𝐏𝐚𝐲 𝐌𝐞 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐊𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬

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¿Cómo un Dios podría deber gran cantidad de dinero a un mortal? Esa a decir verdad, es una excelente pregunta.

El arconte anemo, Venti, se encontraba en una de las ramas del árbol emblema de la heroína de Mondstand, recostado en el tronco del mismo; sus ojos cerrados mientras el viento de su amada tierra golpeaban suavemente contra su rostro y sus manos tocaban de forma delicada y experimentada las cuerdas de su lira produciendo una dulce melodía.

Terminó de tocar su canción y comenzó una nueva, abriendo los ojos para observar la belleza de su tierra, la tierra de la libertad, tan libre como el viento, llena de belleza, la tierra que estaba bajo su cuidado.

Venti había vivido lo suficiente como para ver a cada habitante de Mondstand nacer y crecer.
Y de todos ellos, una única persona llamó su atención; Diluc Ragnvindr.

Vio muchos de los sucesos importantes a lo largo de su vida hasta el día de hoy, y quedó completamente fascinado con él; lo vio convertirse en un hombre apuesto, espectacular, fascinante, su Dios se había enamorado de él.
Y con todo lo sucedido con Dvalin había logrado acercarse a él.

Sonrió con la imagen del pelirrojo en su mente y con toda la gracia del mundo y una brisa logró bajar cuidadosamente del árbol y se encaminó a Angel's Share, quizás uno o dos tragos no le vendrían mal.

Sonrió con la imagen del pelirrojo en su mente y con toda la gracia del mundo y una brisa logró bajar cuidadosamente del árbol y se encaminó a Angel's Share, quizás uno o dos tragos no le vendrían mal

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El bardo abrió la puerta entrando al bar e inmediatamente dirigiéndose a la barra para sentarse en la orilla izquierda frente al joven de ojos carmesí.

──Buenas tardes maestro Diluc, dame tu mejor botella. ──el Dios le guiñó un ojo con coquetería.

──¿Lo pagarás esta vez o también irá a tu cuenta?

──Lo pensaré más tarde.

Diluc suspiro resignado y sacó la botella para después sacar el corcho, tomar una copa y comenzar a servir, Venti observaba todo el proceso anonadado, como las manos del pelirrojo tomaban los objetos con tanta delicadeza que parecía irreal.
Se mordió el labio inferior, fantaseando con ser tocado por él con esa misma delicadeza, quería sentir sus manos sobre su piel recorriendo cada centímetro de su cuerpo con todo el cuidado que lo había visto poner a su trabajo cada vez que venía.

¿Estaba bien que un Dios tuviera esos deseos por un mortal? Ciertamente no, pero poco le importaba, Diluc lo valía totalmente.

──Aquí tienes bardo. ──dejo la copa frente al de verde sacándolo de sus pensamientos.

──Gracias.

Sin dudar ni un segundo, tomó la copa, pasó su dedo índice por el borde para después acercarla a sus labios y comenzar a tomar el contenido de la misma.
El pelirrojo observaba como tomaba el líquido de la copa, le era ciertamente impresionante la velocidad con la que lo tomaba, en cuanto terminó llenó nuevamente su copa y el de cabello oscuro sonrió pasando su lengua por sus labios.

──Que considerado eres.

──¿Tienes algún problema con eso?

──Para nada, de hecho me gusta.

"Me gustas", fue lo que pensó en realidad, Diluc solo frunció ligeramente el ceño y siguió con su trabajo, dejando a Venti solo para ir a la trastienda.
Esta vez tomó el vino con más tranquilidad,

Ya habían pasado unas cuantas horas y comenzaba a anochecer, el Dios estaba ebrio a más no poder, tanto así que ya había comenzado a tomar directamente de la botella sin importarle los modales

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Ya habían pasado unas cuantas horas y comenzaba a anochecer, el Dios estaba ebrio a más no poder, tanto así que ya había comenzado a tomar directamente de la botella sin importarle los modales.

Ahora mismo tocaba una serie de canciones con su lira en el lugar para poder pagar lo que hasta ahora había consumido, su música era encantadora al igual que su voz, Diluc escuchaba atentamente sus canciones mientras secaba uno vasos con cuidado de no hacer ruido e interrumpir a Venti.

Tenía que admitirlo, adoraba la voz del Dios al cantar, era como miel para sus oídos; a diferencia de su voz usual que en ocasiones podría describir como insoportable. Pero cuando cantaba, parecía que pasaba de ser el bardo que todos conocían al mismo Barbatos que todos adoraban.

Sonrió con dulzura, a la mierda lo que piensen los demás, se había enamorado de su Dios.

El bar ya había cerrado, más sin embargo Venti se encontraba aún en el establecimiento intentando negociar con Diluc

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El bar ya había cerrado, más sin embargo Venti se encontraba aún en el establecimiento intentando negociar con Diluc.

──Si te voy a pagaaar, solo dame más tiempoo.

──Me has dicho eso miles de veces, Venti, necesito que pagues toda tu cuenta ya.

El de ojos verde azulado resopló molesto, vaya que el tipo era difícil, a veces pensaba que la tenía contra él.

──No tengo mora.

──Debes pagar.

──Bien, ¿qué quieres de mi?

Todo, pero claramente no iba a decir algo como eso, mucho menos a Barbatos.
Diluc pareció considerarlo un momento, momento que pareció eterno para Venti, finalmente el pelirrojo rodeó la barra para poder acercarse al de cabello oscuro, acercándo su rostro al contrario.

El arconte anemo se estremeció ante eso y un suave rubor carmesí se extendió por sus mejillas, observó cada detalle en el rostro del cantinero, su tez clara, algunas pecas visibles, sus hermosos ojos rojizos.
Debería ser un pecado ser tan atractivo.

No notó cuando el usuario de pyro se había acercado lo suficiente para rozar sus labios con los suyos, sintiendo su aliento, y sin previo aviso unió sus labios en un beso suave y dulce.
Diluc saboreaba el sabor amargo del vino en la boca del arconte de anemo, y sin embargo, no era desagradable.

Venti pasó sus manos detrás de su cuello para profundizar el beso, ¿en verdad estaba pasando esto? ¿no estaba soñando? No, esto era real.
Diluc posó su mano en su mejilla, acariciándole con su pulgar, se separaron a escasos centímetros el uno del otro para después continuar con los besos.

Todos los besos eran lentos, dulces y llenos de amor, para cualquiera sería un simple pago de deudas, pero ellos se estaban diciendo mucho con esto.

¿Era un pecado que un Dios estuviera enamorado de un mortal y viceversa? Probablemente sí, pero era un pecado del que ninguno se arrepentiría.

Vaya, parece que ya había encontrado una forma de pagar su enorme deuda.

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𝐏𝐚𝐲 𝐌𝐞 𝐖𝐢𝐭𝐡 𝐊𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬 ᵈⁱˡᵘᵛᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora