2. ¿Y si no lo hago?

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Kim Minjeong se desconectó de la voz del hombre que hablaba desde el podio. Su cita de la noche era igual de aburrido y le tomaba toda su fuerza de voluntad prestarle atención a cualquiera de ellos. Como única mujer en el equipo ejecutivo de Bradley & Taylor, por no mencionar única mujer soltera ejecutiva, se le había asignado la tarea de escoltar al sobrino del jefe esa noche.

Minjeong se había indignado por la suposición de que no sólo renunciaría a su tiempo libre por el evento, sino que estaría agradecida por la oportunidad de pasar la noche con un macho cazadero bien conectado. Todavía estaba enojada varias horas después, cuando el muy pomposo seguía tratándola como si ella fuese algo vistoso en su brazo, en vez de entender que él era la persona que tenía una cita arreglada.

Tiene que haber una ley en contra de esta mierda, pensó. Lo curioso era que Minjeong conocía la ley de arriba a abajo, como consejera legal principal de una de las 500 compañías Fortune. Dos años atrás, se había sorprendido cuando un cazatalentos la contactó como candidata potencial para cubrir la posición que pronto sería dejada vacante por un consejero que se retiraba. Nunca estuvo segura de quién la había puesto en la mira del reclutador, ya que sólo era una abogada relativamente exitosa de nivel medio en una empresa legal local. Siete entrevistas y un año más tarde estaba en un trabajo que amaba con un alto salario de seis dígitos, una oficina con vistas, y una secretaria.

Su mirada recorrió el salón de baile del Gran Staider exquisitamente decorado. Hombres guapos y mujeres hermosas se estaban poniendo de pie aplaudiendo desde sus mesas. La mirada de Minjeong se detuvo en una mujer en una mesa al otro lado de la amplia habitación. Minjeong pudo discernir una figura alta que se hizo evidente en su atuendo formal cuando se puso de pie y aplaudió al ganador del premio. Se sintió intrigada por el hecho de que ella era la única mujer en la sala con un esmoquin y lo llevaba con comodidad. Le resultaba vagamente familiar, pero no podía ubicar donde la había visto antes. Definitivamente, la hubiera recordado si se hubiesen conocido.

Karina permitió que los discursos de largo aliento resbalaran sobre ella mientras trazaba sus opciones y planeaba lo que le iba a decir a su abogado en esta ocasión. ¿Qué era lo peor que podría suceder si tan sólo le dijeran a Vanessa que se jodiera a sí misma? La sexualidad de Karina no era un secreto celosamente guardado, pero tampoco quería que fuera un tema de conversación diaria porque podría ser un problema. Karina podía manejar cualquier consecuencia en su vida personal, su familia hace mucho tiempo que había aceptado el hecho de que ella era lesbiana, pero estaba más preocupada por la vergüenza que esto podría traer a su empresa. Había trabajado sin parar para llevar a la empresa a su anterior nivel de confianza, respeto y normas, éticas impecables, los principios establecidos por su padre hacía muchos años. Sería una gran distracción si sus clientes siquiera sospecharan que había seducido a una mujer que no estaba dispuesta. A través de algunas lecciones muy duras, había aprendido que no se puede cambiar lo que piensa la gente y había dejado de intentarlo muchos años atrás. Ella era muy consciente de que el foco rápidamente pasaría de su brillante mente y la cantidad de dinero que había hecho, a su entrepierna. Varios clientes le vinieron a la mente, a los conservadores estaba segura de que los perdería si Vanessa comenzaba los rumores, y habría asociados que comenzarían a tomar distancia de su empresa. Estaba en las negociaciones finales con el desarrollador de software más grande del país, tratando de conseguir financiación adicional de capital de riesgo, y sabía, sin duda, que ese acuerdo podría detenerse en forma abrupta si había cualquier publicidad de mala "moral".

Los rostros de sus empleados destellaban en frente de ella. Estas serían las personas más perjudicadas en un escándalo. Si los clientes y los gestores de inversión llevaban su negocio a otra parte, se vería obligada a despedir a personas relacionadas con dichas cuentas. Los empleados de Yoo Enterprises ya habían sufrido en el desastroso reinado de su tío. Ella había logrado volver a contratar a muchos cuando la empresa volvió a estar de pie y ahora tenía un personal excepcional. Karina tragó ante la idea de defraudarlos. 

Ven a buscarme - WinrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora