Minjeong estaba cansada. Cansada de mirar el reloj en su mesilla de noche, cansada de dar vueltas, cansada de pensar en Karina, y, considerando que eran las cinco de la mañana y no había pegado un ojo, simplemente cansada. Se dio la vuelta sobre su espalda y escaneó el cielo raso en busca de respuestas que no habían aparecido en las pasadas cinco horas. En la silenciosa oscuridad de la noche recordó cada minuto de su noche con la mujer que ahora dominaba sus pensamientos, específicamente al hecho de que se había negado a una noche llena de placer.
De eso no había duda, Minjeong se dio cuenta de que era probablemente la única cosa que no estaba en duda, tratándose de Karina. Ella sabía que Karina haría la oferta y hasta que abrió su boca y la rechazó, había estado pensando en aceptar. ¿Por qué diablos no lo hice? Esa era la pregunta que la mantenía despierta.
Raramente se cuestionaba a posterior sus decisiones, prefiriendo analizar la situación, sopesar las alternativas, mantenerse en su elección, y seguir adelante. Su mantra era que tomas la mejor decisión que puedes con los hechos que tienes en ese momento y jugar con "debería", "podría" o "habría" , no te consigue nada más que dolor.
En los últimos meses había estado actuando fuera de lo normal, y estaba empezando a preocuparse. Había trabajado duro a lo largo de los años y había usado su habilidad natural para pensar de manera lógica y sensata, para llegar a donde estaba en la actualidad. Le encantaba ser abogada y estaba orgullosa de sus logros, pero estaba empezando a sentir que su vida estaba vacía. Con creciente claridad, reconoció que deseaba la vida que sus padres tenían. Después de veintidós años de matrimonio, su padre aún estaba casado con "la más mujer más bonita de Miami". La cena en la mesa todas las noches estaba llena con charlas sobre los acontecimientos del día y el graznido inevitable sobre a quién le tocaba lavar los platos. Su casa era el lugar de reunión para el barrio y, en aquellos días, siempre estaba llena de adolescentes, jóvenes e incluso adultos jóvenes.
Sus padres siempre la habían apoyado y asistido a tantas actividades extracurriculares como les fue posible. Minjeong los amaba por igual, pero estaba más cerca de su padre que de su madre, debido principalmente a su apoyo incondicional con ella, incluso cuando quería participar en los deportes llamados de muchachos. Él había cogido el balón de football con ella, lanzado miles de lanzamientos, golpeó cientos de bolas por el suelo, y la animó desde las líneas laterales del equipo de football del barrio. Sin él, dudaba que se hubiera convertido en la mujer segura que era hoy.
Entonces, ¿qué? Entonces, ¿que tengo un gran trabajo, una casa grande y un coche elegante, montones de dinero, y la envidia de los que me rodean? Gran maldita cosa. No tengo siquiera un pez con quien compartirlo. Minjeong tenía compromisos de cena por lo menos cuatro o cinco veces al mes, pero eran obligaciones de negocios. Trató de recordar la última vez que salió socialmente. Un latido persistente entre sus piernas fue un recordatorio, no tan sutil, de que había pasado mucho tiempo desde que había sentido el contacto de otro ser humano. Sin duda no podía recordar la última vez que había tenido sexo. Probablemente había sido siete u ocho meses atrás, y al parecer no fue particularmente memorable, tampoco.
Minjeong se echó a reír. Jesús, tengo que echar un polvo. Obligándose a cambiar de tema, comenzó a preguntarse de qué quería hablar con ella su jefe el lunes. Cuando el aviso de la reunión había llegado a su correo electrónico después del horario ayer, el asunto estaba en blanco. Su formación jurídica le prohibía entrar en una reunión sin preparación. Desafortunadamente no podía hacer eso cuando su jefe la llamaba, por lo que analizaba los acontecimientos de las pasadas semanas en su mente, esperando que algo surgiría. Había una cosa que le molestaba en fondo de su cerebro, y que era su postura acerca de despedir al chico gay de contabilidad. Había revisado su decisión varias veces desde entonces y confiaba en que había tomado la decisión correcta. Pero había esperado a medias que volvería como un boomerang, y se determinó a no permitirlo. Aparte de las consideraciones éticas, sería arriesgado para su compañía despedir a cualquiera por esos motivos.
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Ven a buscarme - Winrina
أدب الهواةKarina Yoo es una empresaria de éxito que disfruta de la vida. No cree en el amor, quizás porque nunca se ha enamorado, quizás porque aún no había conocido a la atractiva Kim Minjeong. Adaptación. Créditos a @nati15_07 y a su autora.