Safe place || Bajifuyu

|Homofobia|

Baji y Chifuyu no pueden estar más hartos de que la gente tenga algo que decir sobre su homosexualidad.

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• One-shot
• Último año de preparatoria

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Chifuyu estaba realmente cansado.

El agotamiento le había entumecido los músculos y había cubierto su mente con una especie de neblina; escuchaba las voces amortiguadas de sus profesores y sus compañeros durante las clases. Era realmente un esfuerzo no dejar caer los párpados y tumbarse sobre la mesa a descansar, y parecía tan evidente que durante la última hora su profesor le había lanzado un par de miradas que se debatían entre la preocupación y la advertencia de que ni se le ocurriera quedarse dormido en su clase.

Chifuyu no lo hizo. Aguantó toda la mañana como bien pudo hasta la hora del descanso, entonces simplemente se limitó a recoger sus cosas con pericia, una vez que todos sus compañeros habían abandonado el aula, necesitados de aire fresco. El rubio solo necesitaba paz.

Unos brazos lo rodearon por detrás, y ese alguien era precisamente lo que Chifuyu había necesitado para que ese agotamiento simplemente se transformase en comodidad, en calma, en casa.

Baji enterró la nariz suavemente en la nuca de su novio, acariciando su estómago con los dedos en un patrón circular incoherente, y Chifuyu se relajó contra la mesa con un ronroneo.

- Baji-san... - murmuró, encantado con la ternura de su novio, con el olor a chocolate amargo que desprendía y que le envolvió en una nube. Se sentía liviano, etéreo.

- Te estaba buscando en el patio - le susurró, acariciando con los labios su nuca y sus hombros, en un toque tan suave, tan dulce, tan fino, que a Chifuyu se le erizó la piel. - ¿Qué haces todavía en clase? - Chifuyu sonrió, acariciando las manos que se mantenían sobre su abdomen, tiernas, cálidas.

- Estaba cansado. Me tomaba mi tiempo. - Baji sonrió contra su pelo, dejando un beso antes de aprovechar las manos sobre las suyas para entrelazarlas y poder darle la vuelta. Acarició su nariz con la del rubio, siendo consciente de la relajación que había en aquel momento en la expresión de su novio. Era tan hermoso que parecía irreal.

Chifuyu dejó caer la cabeza en el pecho de Baji, enterrando su rostro allí, acomodándose como siempre hacía cuando estaban juntos. Allí no sólo podía notar el latido ajeno, cómo se aceleraba o ralentizaba según sus acciones, cómo brincaba, sino también notaba ese adictivo olor a chocolate que desprendía siempre. Allí se sentía en casa, protegido por los brazos que le rodeaban con delicadeza y amor.

- Pero bueno, ¿qué tenéis los maricones que siempre tenéis que ir demostrando vuestra homosexualidad? - espetó una voz burlona, rompiendo completamente el momento.

Los dos adolescentes giraron su cabeza para mirar al mismo idiota de siempre. Ese tipo, que siempre aprovechaba para meterse con ellos, para intentar hacerles sentir inferiores solo por lo que sentían el uno por el otro.

- Piérdete - le espetó Baji, haciendo uso de esa voz que durante años había intimidado a quien se le había antojado. El idiota sonrió.

- No recibo órdenes de maricas - resopló, cruzándose de brazos con una sonrisa. Baji apretó las manos de Chifuyu, olvidando completamente que estaban ahí. La ira bullía por su sistema.