Al terminar el día, Jungkook subió colina arriba, ensuciando sus botas negras de lodo y encontrándose a Jimin sentado en la barandilla del oxidado mirador. Por un segundo, la preocupación de que Jimin intentara hacer una locura inundó sus venas y un torrente de miedo le recorrió el cuerpo. Sin embargo, Jimin se mantuvo en su lugar junto a la barandilla, quieto, imperturbable, mirando el estrellado cielo que se cernía sobre él, en lugar de la ciudad en ruinas que se veía al frente, lejana y sin movimiento, tan silenciosa como el campamento, pero sin vida humana alguna, completamente diferente en ese aspecto. Alguna vez, aquella ciudad fue una de las metrópolis más fuertes del mundo entero, sin embargo, ahora no era más que una aglomeración de polvo, cenizas y edificios reducidos al esqueleto de la imponente figura que alguna vez fueron.
La respiración de Jimin era suave y su pecho subía y bajaba a un ritmo tranquilo, como si hubiese encontrado algún tipo de paz al subir ahí y dejarse envolver por la magia del cielo. Jungkook carraspeó en su sitio, haciendo que Jimin voltease para mirarle. Fue solo unos segundos en los que sus miradas se cruzaron, pero Jungkook tuvo que desviarla cuando sintió su pecho dar un vuelco por la vista que las estrellas y Jimin le daban. Caminó hasta él y se sentó a su lado, pero no le miró, tampoco al cielo, exclusivamente fijó su mirada hacia el frente, en las silenciosas y tétricas ruinas.
—Incluso en una situación tan horrible como el apocalipsis, se puede conseguir belleza en las partes más comunes de la naturaleza. Es sólo cuestión de prestar atención a los detalles.
Jimin habló, su tono bajo, sublime. Estaban lo suficientemente cerca del campamento como para pedir ayuda si algo ocurría, pero al mismo tiempo, estaban lo suficientemente lejos para que su conversación fuera privada.
—¿Crees que lucían igual antes de que el mundo se redujera a cenizas? —respondió—. Yo realmente no puedo recordarlo.
—Bueno, mis recuerdos no son los más nítidos, pero me gusta pensar que las estrellas en aquel entonces eran aún más preciosas de lo que son ahora —Jimin confesó—. Además, no era mucho mayor que tú cuando las bombas cayeron y la radiación arrasó con la mayoría de la población y dejó esta rara especie de humanos.
Jungkook asintió. Tenía tres años en aquel entonces, por lo que Jimin, debió tener tan solo cinco años cuando la catástrofe ocurrió. No era mucho mayor, pero a Jungkook le gustaba pensar que Jimin tenía uno que otro recuerdo más nítido en su memoria, recuerdos felices sobre el mundo antes de la guerra nuclear que destruyó todo lo que conocía y cualquier estructura social que alguna vez existió. A veces, el pensamiento de cómo hubiera sido la vida de ambos si la guerra nuclear no hubiese ocurrido, llegaba a su mente, haciéndole sentir una ola de emociones ligadas a la tristeza. Jungkook sabía que, en un escenario diferente, probablemente sus caminos jamás se hubieran cruzado entre sí. Lo había leído en los libros de historia que había encontrado en los edificios abandonados. Sus países no eran aliados, estaban en una guerra fría, hubiese resultado imposible que un muchacho de Corea del Sur y uno de Corea del Norte hubiesen coincidido en un ambiente cotidiano de aquel entonces.
Jimin observó a Jungkook, esperando una respuesta a lo que dijo. Jungkook lo miró de vuelta, sin responder. Las estrellas en el cielo eran sin duda preciosas, pero no eran el paisaje más hermoso que Jungkook había visto durante toda su caótica vida. Sin duda alguna, la vista más maravillosa que Jungkook alguna vez tuvo el placer de presenciar, llevaba el nombre de Jimin. Jimin, quién sonreía con los ojos en lugar de hacerlo con los labios. Su cabello tan dorado como el reflejo del sol, sus clavículas marcadas, siempre exhibidas en el borde de sus camisetas holgadas. El muchacho que siempre parecía estar serio, pero al que apenas le dirigías una palabra y mostraba sus dientes asimétricos en una sonrisa que removía cada fibra de felicidad que podía ser contagiada. Jimin era precioso, tanto por su encantadora personalidad como su tan etéreo aspecto. Sin contar que tenía un ingenio superior al promedio y solía ser el más astuto del grupo.
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BESO POSTAPOCALÍPTICO 本 KOOKMIN
Короткий рассказEn la literatura romántica, no hay primer beso que no sea mágico... Incluso si ocurre en medio de un ambiente post-apocalíptico y con una ciudad en ruinas jugando el papel de paisaje principal. ✎𓂃 ⚘ one shot. ⚘ vibras post-apocalípticas, pero fluf...