Terranova, capítulo 2

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El agua golpeaba la gran ventana de cristal, apagando el sonido de sus voces. Él la tiró a la cama y se puso encima. Un rayo cayó mientras le decía algo al oído y ambos se abrazaron. Se rodearon con las piernas y los brazos, juntando sus cuerpos, su calor y sus labios en una danza al ritmo de la lluvia.

Él separó sus labios y los posó sobre su cuello, bajó hacia sus hombros mientras ella le pasaba una mano por la espalda y metía la mano bajo la cama. Cuando la sacó empuñaba su característica hoja Víbora, que destelló sobre su víctima antes de atravesar su pecho desde un lado con un rápido movimiento, perforando ambos pulmones. El hombre intentó hablar antes de desplomarse sobre el colchón, pero de su boca solo salió sangre.

Zya apartó el cadáver, se puso en pie y buscó entre la ropa de su objetivo. En un bolsillo de la chaqueta encontró lo que buscaba: un anillo de color negro mate con símbolo blanco grabado en la parte más ancha, un ojo que derramaba tres lágrimas. El anillo era muy pesado. Lo guardó con ansia, por fin iba a...

Se giró y se encontró con que había un hombre vestido completamente de blanco sentado en la cama, junto al cadáver. Instintivamente sacó su hoja y la puso entre ella y el intruso, pero este no se movió. La miraba como si hubiera estado esperando mucho tiempo. Levantó una ceja al ver el arma y dijo:

- ¿Así recibes a un amigo?

Zya guardó la cuchilla sin dejar de mirar al hombre. Él esperó inmóvil, observándola.

Finalmente, ella respondió:

- Solo a los que aparecen por la espalda. Cuánto tiempo, Sedonna.

- Demasiado. Veo que te va bastante bien, has estado muy... convincente - Señaló al hombre muerto -. ¿Un encargo?

- No, eso se acabó de momento - Sedonna se mostró sorprendido, pero no dijo nada -: voy a entrar en las Cimas.

La expresión de su amigo se ensombreció. No habló y durante unos largos instantes simplemente se miraron en un silencio únicamente interrumpido por la lluvia. Un relámpago se reflejó en la oscura piel de Sedonna, iluminando la mitad de su rostro y dejando en sombras la otra mitad, dándole un aspecto siniestro.

- ¿Crees que la emboscada de hace unos días es cosa de ellos?

Zya dio un respingo. Viendo que la conversación iba para largo, se sentó frente a él:

- ¿Cómo sabes eso?

- Porque hemos sido nosotros.

"¿Nosotros?" Zya apretó la mano alrededor del mango de Víbora. Su amigo, su ex compañero le había intentado matar y ahora estaba sentado con ella. Por qué iba a...

- Sabías que no lo conseguirían - dijo - vienes a avisarme. ¿Pero porqué? ¿Qué está pasando?

Sedonna tomó aliento antes de hablar:

- Me uní a la la Ángeles Caídos hace un par de años. No me va mal, pero desde hace un tiempo se tratan asuntos muy turbios y algunos de los involucrados son personas muy poderosas - Hizo una pausa y se acomodó, estaba nervioso -. Algunas personas de las antiguas alianzas han acudido a nosotros últimamente. Se están quitando de en medio a gente muy importante, incluso de las Cimas.

- Eso no me gusta nada. Pero ¿Qué tiene que ver conmigo?

- Competencia, Zya. Ya no puedes pasar desapercibida, ¡eres una leyenda! Y no es para menos... Era cuestión de tiempo.

Sedonna tenía razón. Sabía que se había ganado mucha fama en los últimos años y habían aparecido un par de imitadores, incluso llegaron a ofrecerle trabajos a cambio de cantidades inimaginables de dinero, pero ella intentaba mantenerse aparte de esas cosas. Ahora eso se había terminado.

- ¿Por qué me cuentas esto?

- ¡Porque no sé a quien más acudir! No me gusta lo qué está pasando, están empezando a sospechar de mí. Me ha costado mucho que me dejaran venir solo... - Se inclinó hacia delante y clavó sus ojos en los de Zya - Sé que vas detrás de Cael Estranza, pero te recomiendo que lo dejes. Los Ángeles Caídos no son lo que eran, si están detrás de él, no puede ser bueno. Deberías alejarte de él y de todo lo que tenga que ver con esa gente.

- Cael es mi objetivo. No sería la primera vez que me peleo con hienas por una presa. De todas formas, muchas gracias por avisarme.

Sedonna suspiró y se inclinó de nuevo hacia atrás. Su mirada había cambiado:

- Como quieras, pero no te lo tomes tan a la ligera, deberías indagar un poco antes de actuar - Tragó saliva antes de continuar -. Hay otra cosa que debes saber: he oído decir que cierta persona ha sido atrapada por los Cíclopes. Supongo que te interesaría saberlo.

Zya apretó aún más la mano alrededor de su arma. Lo habían encontrado... Se acabaron las búsquedas. "Tenía que haberlo encontrado yo"

- Está bien saberlo. Tengo que marcharme, gracias por buscarme.

Sedonna asintió y la observó en silencio mientras terminaba de vestirse. Cuando terminó, abrió la puerta y se giró a mirarlo.

- ¿Volveré a verte?

- Quien sabe - sonrió, pero sus ojos seguían reflejando preocupación -. Pero para la próxima vez, me gustaría no tener que esperar 9 años.

- No prometo nada.

- Yo tampoco. Cuídate, Zya.

Se miraron unos segundos mientras la lluvia golpeaba con más fuerza. Finalmente Zya le devolvió la sonrisa y se marchó.


Cael observaba desde el gran ventanal de su despacho como la tormenta cubría la mayor ciudad del mundo. Tomó un sorbo de su vaso y miró más allá de las Cimas. En alguna parte se escondían la Dama de plata, los asquerosos Ángeles Caídos y otras personas que iban tras él y lo que estaba construyendo. Aunque después de lo vivido en los últimos días, puede que fueran sus mismos creadores quienes lo destruirían.

"Si tan sólo pudiera hablar contigo - pensó - me darías la razón. Ojalá me encuentres la próxima vez"

Apuró el whisky que le quedaba, se acercó a su escritorio para pulsar un botón y habló:

- Llama a Higgs. Vamos a ver al espécimen.

No esperó una respuesta. Dejó el vaso junto a la botella, miró de nuevo a la gran ciudad y se dirigió hacia la puerta, intentando desviar su mente de esos recuerdos. Tenía otros asuntos por los que preocuparse.

"¿Dónde estás, Emmet?"

ParabellumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora