Pensaba que mi día no podría ir a peor hasta que…
Otra vez de camino a mi casa, siempre pasaba bastante tiempo en la biblioteca, leyendo los libros que más me gustaban, aunque siempre dentro de los limites que me había dicho mi madre, pero esta vez era diferente, había perdido la noción del tiempo hasta el anochecer cuando que la señora encargada de cerrar la biblioteca me llamó golpeándome en el hombro y sacándome de mis ensoñaciones.-Muchacho, estamos a punto de cerrar-Dijo una señora de pelo blanco y tez blanca.
-¿Qué hora es?-Dije casi cayéndome de mi silla por pasar tanto tiempo sentado.
-Hijo mío ya son casi las nueve de la noche, no quería decirte nada porque estabas tan absorto y me daba pena llamarte la atención-Farfulló con las llaves en la mano.
Yo la miré compasivo y le di una enorme sonrisa, antes de pensar en lo siguiente.
-Dios mi madre me va a matar-Murmuré- Hasta luego señora, la veré el lunes-Entonces salí corriendo de allí recordando lo que dijo mi madre sobre las noches en este pueblo y lo peligrosas que son.
Me dispuse a caminar a mi casa con mis auriculares puestos, escuchando una canción de Green day, di unos pasos cuando un fuerte sonido hizo que me parara en seco, con cuidado me acerqué hacia ese sonido, cuya procedencia era un callejón, y lo que vi allí me dejó atónito.
Un asesinato, observé, como aquel hombre disparaba una, y otra, y otra vez a su víctima, hice mi mayor esfuerzo para no gritar y decidí retroceder en silencio, pero aquello no pareció funcionar muy bien, puesto que me había chocado con un contenedor, el cual hizo mucho ruido, en el momento que ese hombre giró su cabeza para mirarme sentí el pánico y corrí, corrí tan rápido como pude. Intenté sacar el teléfono para marcar a la policía, pero al ir corriendo se me dificultaba y eso hizo que mi móvil cayera al suelo, ni siquiera miré hacia atrás ya que escuchaba al hombre correr detrás mío.
Llegué a la entrada del bosque y me adentré a lo más profundo de aquel bosque, sin saber que sería de mí.
Cuando por fin deje de escuchar los pasos me detuve y observé a mi alrededor, sin ninguna idea de donde estaba y sin orientación alguna.
De repente escuché un ruido, me asusté y me encogí en el suelo temiendo que el asesino me hubiera encontrado.Escuché esos pasos andando cada vez más cerca, pero había algo extraño en ellos, no parecían de humano, era más como un animal, algo se rozó a mi lado y yo me asusté, por lo que eso que me había asustado dio un brinco. En ese momento levanté mi cabeza para ver a un gato blanco, con unos ojos azules profundos, era como si me hipnotizara, como si quisiera decirme algo, el gato se movió y empezó a caminar y por inercia lo hice yo también, cuando me quise dar cuenta estaba siguiendo a ese pequeño gato.
Fue entonces cuando el gato se paró de golpe y pude ver un pequeño camino, ¿había sido el gato quien me guió hasta ese sendero? No podía saberlo, así que como un pequeño agradecimiento le di unas caricias en la cabeza y susurré “Gracias…”.
Anduve tranquilamente por ese sendero con un constante sentimiento de paz y tranquilidad, una tranquilidad extraña, una sensación que nunca había sentido en mi vida, era raro, muy raro de hecho, ¿era este camino tan corto? Hace un minuto juraba estar al principio del sendero y jurar ver bosque delante de mi todo el tiempo, casi me choco con algo, cuando me detuve a contemplar que era, me quedé incrédulo…
-Bienvenido al pueblo… ¿fantasma?- Dije con cierto tono de burla, ¿era una broma?
Deseché todas las dudas de mi mente cuando un chico bastante energético se acercó a mí, en cuanto a su aspecto parecía sacado de un cuento de mitología griega, era alto, bastante guapo a decir verdad y parecía ser muy atlético, tenía el pelo castaño y unos ojos verdes bastante profundos, llevaba puesta una ropa muy rara, como la de mi libro de guerreros griegos, quizá estaba disfrazado, quien sabe.