Capitulo 2

326 51 35
                                    

Megumi se colocó una capucha azul marino sobre los hombros haciendo que cayera como un manto nocturno por su espalda y cubriera su cabello rebelde, el frío de la noche se notaba por el aliento gélido que salía por sus labios rosados y el rojo que ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Megumi se colocó una capucha azul marino sobre los hombros haciendo que cayera como un manto nocturno por su espalda y cubriera su cabello rebelde, el frío de la noche se notaba por el aliento gélido que salía por sus labios rosados y el rojo que se teñia en sus mejillas y nariz .

— Espero pasar desapercibido — Mai lo miraba con esa mirada que sabía muy bien lo que significaba, "No vayas", su preocupación se notaba a millas.

Pero como siempre Megumi solo la ignoro, no quería preocuparse más de la cuenta, salir por un momento no le iba a cambiar la vida para siempre, además, de sentir el aire del exterior sin las paredes del clan encerrandolo, sería como tocar la libertad sin agarrarla.

Suspiro haciendo que humo blanco saliera  por sus labios, la nieve había dejado de caer y según algunos de los alfas, pronto llegará la primavera y estas serán las últimas semanas de invierno.

Eso entristecía al menor, él siempre había amado más el frío que el calor, prefiria mil veces, ver la nieve caer por su ventana que estar sudado todo el día.

— Si vas a ir, mejor vete ahora antes de que los guardias noten que no estás — le reclamo Mai en un susurró.

Era cierto, desde que fue condenado a casarse con Noaya, siempre tiene guardias cuidando su puerta para que él no escape o alguien quiera entrar a su habitación. Solo tenía permitido entrar las sirvientas, Mai, Noaya y Naobito.

Solo recordar que pronto será la boda, hace que se le erice la piel y sienta un nudo en su estómago. Odiaba esa sensación.

Mai lo miraba fijamente, una mirada cargada de melancolía.

Él colocó sus manos juntas haciendo una señal, que formará una sombra con la forma de la cabeza de un perro. De las sombras comenzaron a salir sus lobos de jade.

Shiro y Kuro, sus lindos lobos, Mai saltó atrás instintivamente, ella le tiene miedo a los animales salvajes, aunque sus perros no le harán daño, ellos no atacaban, solo lo hacen cuando él quería que lo hicieran.

— Sabes sobre las reglas, Megumi — el menor rodó los ojos, otra de las reglas ridículas es que si un omega tiene energía maldita, no la tiene que utilizar  y nunca tiene que aprender una técnica, su energía maldita está destinada a su esposo, alfa y futura pareja.

Cosa que Megumi definitivamente odiaba, si esa energía nace de él, entonces es suya, no de alguien más.

— Y no me importan — respondió el menor, sus lobos comenzaron a rastrear el área para indicarle si habían personas alrededor — Es mejor que me vaya.

— Ten cuidado — Mai sonrió mientras comenzaba alejarse del lugar y Megumi comenzaba a buscar la salida de la jaula que una vez llamo hogar, un hogar tan podrido por dentro como por fuera.

Kuro era bueno en infiltrarse y esconderse en la oscuridad de la noche; el que podía más con ese trabajo,  mientras, Shiro, no; ya que su pelaje blanco resaltaba mucho en la oscuridad.

Rosa de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora