3. Fantasía

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Mientras el día se transformaba en noche, la ciudad al fin comienza a dormir. Especialmente aquellas que devoraron todo un banquete antes de dormir.

Todos menos una casa, en la que las luces de una pequeña habitación seguían encendidas.

Saikawa estaba inclinada sobre sus codos, mirando una hoja de su cuaderno llena de garabatos y círculos. Debajo, más hojas de tareas aún sin terminar. La niña masajeaba su frente con sus manos, transpirando y golpeteando sus zapatos en el suelo.

«¿Qué está pasándome?». Pensaba, Saikawa dentro de su preocupada mente. La alumna más competitiva ahora estaba envuelta en sus pensamientos, uno específicamente de su experiencia de ese día.

En su mente repetía aquel momento como destellos claros; Kanna, la nueva de la clase, quien antes Saikawa veía como una rival, desde que entre lágrimas le pidió que fueran amigas, ahora le parecía irresistible estar junto a ella. Pensaba en sus suaves mejillas, su sedoso cabello blanco-violeta, su barriga apretada contra su ropa.

Saikawa estaba ardiendo, casi literalmente, su rostro enrojecido como un tomate, sus manos en las mejillas y su mirada perdida. Un par de gotas de saliva cayeron a su cuaderno. Sacudió su cabeza y simplemente se acurrucó en el suelo abrazando sus rodillas.

No entendía sus emociones. Sentía una fuerza presionando su pecho, casi podía escuchar claramente los latidos de su corazón. Su enrojecido rostro se sentía caliente tocando sus frías rodillas con sus mejillas. No podía dejar de pensar en Kanna. Aún podía sentir el cosquilleo del roce de los labios de la dragona en su mano, aceptando su comida. Y llenando su barriga...

Fue entonces que Saikawa vio una de sus almohadas en el suelo, suave y mullida. La abrazó y sin pensarlo rellenó su camisa verde con la almohada. Miró hacía abajo, parecía como si su panza fuera más grande, sólo alcanzaba a ver la punta de sus pies.

«Jeje, ahora mi panza es más grande que la de Kanna» Pensó dentro de sí, pasando su mano sobre su ropa estirada, cubriendo la almohada. De pronto, como un chasquido se dio cuenta de lo que hacía. Retiró la almohada y se puso de pie rápidamente y algo agitada. Miró sus almohadas y peluches. Se enrojeció. Algo se le ocurría en su mente.

Sigilosamente, caminó de puntillas hasta la habitación de su hermana. Abriendo la puerta con sumo cuidado, y gateó hasta el ropero. Hurgó en la oscuridad los cajones, viendo solo gracias a la luz de la Luna, hasta que la encontró, un camisón con las orillas bordadas con hermosos pliegues blancos y un estampado de flores púrpuras. Era casi como el vestido de Kanna, pero mas grande.

A prisa se escabulló de vuelta en su cuarto, subiendo a su cama. Cubrió sus almohadas dentro del camisón de su hermana, haciendo ver la prenda llena y acolchonada. Saikawa abrazó el vestido, imaginando abrazar a la nueva de la clase. Hundiendo su mejilla en su blando y calido estómago bajo su apretada ropa.

Emocionada empezó a tomar más objetos de su al rededor, mantas, peluches y cojines, todos llenando el vestido morado, más y más. Era de una tela bastante flexible y suave. Las manos de Saikawa, en su imaginación, tocaban el enorme cuerpo de Kanna. Apretando sus rollitos, amasando su esponjoso abdomen. Metía más y más cosas dentro del vestido, abultándolo, haciéndolo mas grande. Las almohadas y mantas notándose bajo la tela ahora extremadamente estirada. Saikawa, en sus ojos perdidos en el placer, sólo veía a Kanna comiendo más y más dulces, aumentando su peso, extendiendo su masa corporal, llevando su vestido morado a los límites. Y ella sólo jugaba sobre sus estómago, que ahora veía igual que una cama de agua, cualquier ligero movimiento de sus dedos hacía su grasa tambalearse como agua.

En el eco de la cabeza de Kanna, escuchaba a Kanna quejarse, decía estar muy llena, como si fuera a estallar. Cuando el sonido de tela rasgada la despertó de su fantasía. Se levantó de la barriga de la Kanna imaginaria hecha de almohadas, se arrastró hasta ver en el costado un agujero entre las costuras, revelando el relleno de peluches y cojines bajo la tensa tela del camisón. La joven  miró sorprendida y algo asustada. Antes de devolver el camisón al cuarto de su hermana, imaginó lo interesante que sería algo así sucediéndole a la ropa de Kanna, pero sacudió sus pensamientos y tan cuidadosamente como tomó la prenda, así la regresó a la habitación de su hermana.

Saikawa, con su cuarto hecho un desorden, se ocultó bajo sus sabanas, abrazando una almohada de brazos y piernas. No sabía con exactitud que sentía, pero todo lo que había hecho, no hizo que dejara de pensar en la barriguita de Kanna y una sola pregunta... «¿Qué tal si fuera mas gorda?», repaso ese pensamiento hasta quedarse dormida.

Abrió sus ojos a la mañana siguiente, levantándose de un salto al ver que sólo faltaban 20 minutos para ir a la escuela. Se tropezó poniéndose su falda y su suéter verde. Se acomodaba el cabello mientras se dirigía por el pasillo, deteniéndose secamente por su hermana que a penas salía de su cuarto, con el rostro algo confundido pero con su calma característica de su aspiración a maid. En sus manos sostenía su camisón de flores púrpuras, con la rasgadura en el costado y completamente estirado, llegando al suelo.

—¿S-Saikawa... q-qué le pasó a la pijama de mamá...?

Saikawa sólo podía mirar igual de confundida, nerviosa y sin una excusa lógica en mente.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2023 ⏰

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