𝗥𝗢𝗕𝗕𝗬 | ❛ Nunca has pensado en mí de esa manera, nunca, así que no intentes reinventar la historia ahora que amo a alguien. ❜
La primera vez que Chloe Sullivan se encuentra con Robby Keene, él es descuidado con ella, rebelde y ya está en proble...
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La primera vez que Chloe Sullivan se encuentra con Robby Keene, él es descuidado con ella, rebelde y ya está en problemas.
La primera y la última parte nunca cambian.
La pelota de béisbol atraviesa la ventana de la sala de estar un sábado por la mañana, pero Chloe aún tiene tiempo suficiente después del impacto inicial para salir corriendo y localizar a su dueño. Hay tres niños al otro lado de la calle, todos ellos de unos diez años, que se suben a sus bicicletas mientras se echan los bates y los guantes al hombro. Dos de ellos son más rápidos que el tercero, y Chloe se fija en el último.
— ¡Oye... oye!
Probablemente los pies descalzos no eran la mejor opción para el pavimento, pero se las arregla para agarrar al rezagado por la capucha de su sudadera con una mano firme en la parte delantera de su bicicleta, sus cohortes ya se han ido.
— Aguanta, mocoso.
El chico levanta la vista con unos ojos verdes escandalosos, brillantes de miedo y desconfianza. Nunca es una mirada que a Chloe le guste ver en los niños, pero ¿qué clase de carácter desarrollará si se sale con la suya?
— Señorita, lo siento, no fue mi culpa, Trey lanzó la pelota como una nenita...
— No importa cómo ocurrió — dice Chloe con calma, soltándolo a él y a su bicicleta. — Pero me debes una ventana nueva. ¿Dónde vives?
— Sí, como si fuera a darle mi dirección a una extraña. ¿Qué importa dónde vivo?
Chloe pone los ojos en blanco. — Importa para que pueda hablar con tus padres.
— ¿Qué? No, mierda, no necesitan saberlo. ¿No puedo simplemente cortar el césped o algo así?
Chloe levanta una ceja. — ¿Cómo sé que vas a volver?
El chico parece nervioso, los ojos audaces van de un lado a otro como si todavía estuviera contemplando una fuga, antes de posarse en los de Chloe. — No lo sabes.
Maldita sea.
— Está bien — concede la ojiazul. — ¿Puedo confiar en ti?
El chico traga saliva. — Sí.
— Entonces vuelve aquí el próximo sábado, a la misma hora. Cortas el césped, delante y detrás, todos los sábados durante un mes y quedamos en paz.
— ¡¿Un mes?! Vamos, las ventanas no son tan caras.
Chloe tiene que morder una risa. — Por delante y por detrás, tres semanas.
— Dos semanas.
— Tres.
El chico se muerde el labio, considerando. — Bien, pero me tienes que dar bocadillos.
— Trato.
Chloe le tiende la mano y la estrecha. La mano del chico es pequeña, pero su agarre es firme y seguro, y Chloe piensa: "No estás desesperado".
— Nueve y media — ella llama al chico, que le saluda, sin molestarse en darse la vuelta. — Oye... ¿cómo te llamas?
— Robby — grita el chico. — Eso es todo lo que tienes.
🌻🌻🌻
— Llegas tarde.
— Fueron, como, diez minutos. ¿Dónde está la cortadora de césped?
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