La estrella de Lissabeth: 5

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La estrella de Lissabeth

5

Tomé una copa y un mayordomo me ayudó sirviéndome una bebida de limón con menta. Sip, lo sirvieron especialmente porque yo lo pedí.

A lo lejos veía a mi padre, el poderoso Duque Perkins, divertirse y contando todo tipo de anécdotas graciosas a los invitados. Era gracioso verlo fingir ser el hombre perfecto que todos admiraban.

Y más que gracioso, era en verdad molesto, así que tuve que apartar la mirada, pero al hacerlo me encontré con algo aún más fastidioso observándome fijamente: Neil Aster.

Bajó la copa con la que bebía y pasó su lengua lentamente sobre su labio sin dejar de mirarme.

─ ¿Qué es esto? Sabe increíble ─mencionó algo sorprendido. A mí también me sorprendió un poco esa reacción.

─ ¿Nunca lo habías probado? Es agua mineral con jugo de limón y menta. 

─ Me gusta. Es mi bebida preferida desde ahora ─añade sonriendo levemente. Wow. Ese chico escalofriante sabe sonreír de forma normal.

─ No puedes hacer eso, esa es mi bebida favorita. Mía ─recalqué─. ¿O también planeas quitármela? ─crucé los brazos. Que vergüenza, estoy actuando como una niña pequeña. ¿Por qué dije eso?

Neil rió divertido.

─ Eres como una niña pequeña.

Lo sabía. Siempre dice lo que pienso que dirá, ¿acaso lo entiendo demasiado bien o yo soy la que es predecible?

─ Pero no te preocupes. No participaré en la competencia ─contestó mientras acariciaba mi cabeza. ¿Qué mosca le picó?─. No quiero hacer sentir incomoda a mi pequeña prima.

─ Que considerado eres, Neil ─escuché la voz de mi padre acercándose a nosotros. Aparté la mano de Neil bruscamente. 

Ah. 

Entiendo.

Neil lo hizo para fingir ante mi padre. 

Maldito imbécil.

─ Duque Perkins, mucho gusto ─extendió el brazo para darle un apretón de manos a mi papá─.  Mis padres me han contado mucho sobre sus increíbles hazañas en el mercado y sus contribuciones en las guerras que han habido en el continente. Es en verdad admirable.

─ No sabía que la Duquesa tenía un hijo tan brillante ─decía entre risas─. Deberías aprender de Neil, Lissabeth. Y agradécele apropiadamente que haya aceptado tus caprichos, retirándose de aquella competencia que era tan importante para él como para ti ─soltó con frialdad. Al instante, se dio cuenta y volvió a usar esa sonrisa fingida de siempre─. Bueno, muchachos, diviértanse, ¡sobre todo tú, Neil! ¡Eres la estrella de hoy!

Se fue de nuevo a atender a sus invitados, entre carcajadas.

Saqué aire eliminando un poco el estrés. 

La reina no ha llegado. Me preguntaba para qué la invitaron a una fiesta tan trivial, pero parece que no vendrá de todas formas.

─ Y, cuéntame, ¿te duele mucho? ─cuestiona Neil de repente. Yo fruncí el ceño porque no sabía a qué se refería. Entonces, seguí su mirada, puesta en uno de mis brazos y noté que uno de los guantes largos que usaba estaba empapándose de sangre. Una sonrisa sádica se alargo en el rostro de Neil.

─ Tú sabías que estaba escuchando, ¿verdad? ─gruñí, tapando mi brazo con mi mano─. En el bar hiciste que mi madre te contara sobre mi trauma porque uno, querías conocer mi debilidad y, dos, querías saber cómo es que reaccionaría para saber cómo podrías usarla contra mí y así mantener tu secreto. ¡Confiesa! 

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