Juego de niños.

Capítulo 37

Y como pasaron los días, también lo hicieron las semanas y los meses. Los dos chicos pasaron su tiempo como si hubiese sido la primera vez que se declararon, de igual manera esos días también era como cualquier otro y lo único diferente que podía verse era que cada día podían estar más enamorados.

Lo más gracioso de aquello, era pensar que el alfa, a quien todos creían intimidante y que casi no podían acercarse, se volvería tan lindo cuando estuviera con el omega. Era como ver dos facetas distintas, que podía verse incluso en cuestión de segundos. Craig Tucker podría definirse como "el novio perfecto". Ayudaba a Tweek, lo escuchaba, a veces traía regalos que él mismo hacía con hojas de papel; se podría escuchar entre los pasillos como algunos hablaban que aquel chico no tenía ninguna vergüenza de decir quién le gustaba, quién era su novio y sobre todo de demostrar, ya sea con palabras y con hechos cuando le gustaba el rubio.

Y Tweek, Tweek no quedaba atrás. Él era de demostrar más con hechos que con palabras, pero al intentar decir lo que sentía al azabache frente a algunas personas se ponía rojo y le daba pena, pero era todo lo contraría cuando era de defender su relación con personas estúpidas.

Hubo una ocasión en la que Craig y Tweek estaban desayunando juntos sin los demás chicos, era aquel día donde cumplían otro mes de relación y le gustaba estar juntos desayunando en la escuela mientras platicaban y se daban de comer el uno a otro. Para ese día, un grupo de alumnos que no soportaron la escena "ridículamente" romántica, simplemente fueron pateando lo que tenían de comer y comenzaron a decir que cómo podrían estar juntos, haciendo escenas asquerosas, que esa no era natural y que se irán al infierno si se volvían normal.

Craig ya tenía una cara de disgusto y enojo, rechinando los dientes e intentando calmarse un poco para evitar problemas insignificantes y no asustar al omega, se fue levantando, pero antes de que pudiera decir algo, Tweek aunque fuera unos diez centímetros más bajo que ellos, fue a empujarlos mientras los iba maldiciendo "¡Qué! ¡Y si me voy al infierno a ti qué mierda te importa! ¡Eres una porquería de persona! ¡Váyanse a la mierda, malditos solterones! Ja, de seguro eres un homosexual de closet y solo te dan celos." Al terminar de maldecirnos y escupirles, agarró sus cosas y la mano de Craig y se marchó.

Era divertido verlo, tan pequeño y tan agresivo parecía un chihuahua o un hámster rabioso, sus mejillas se tiñeron de rojo por el coraje, pero para Craig era muy tierno verlo.

¿Acaso defender a tu ser amado no es una muestra de amor? Y ellos dos sin duda lo harían.

Las pláticas nocturnas, los besos que a veces subía la temperatura entre ambos pero no llegaban a nada más, los secretos que se contaban, las pequeñas peleas muy absurdas que pudieran tener jóvenes de preparatoria, todo eso que cualquier pareja haría, ellos lo estaban viviendo y al esperar tanto por ambos, cualquier dificultad podrían superar.

Como fue el primer celo de Craig...

Para la buena suerte de Craig Tucker, su celo había llegado en vacaciones de invierno. Apenas había pasado una semana desde que había salido de vacaciones, su cuerpo empezaba a tornarse un tanto extraño. A pesar de estar nevando su temperatura estaba algo alta, se quitaba su chamarra, cosa que nunca hacía ni aunque estuvieran en verano. Él podía imaginar que era lo que estaba pasando, pero no quería preocupar a los demás ni mucho menos a su madre y hermana. Sonaba un tanto extraño, pero para su buena o mala suerte aquellas dos no se encontraban en casa ya que habían salido de viaje con la abuela y Craig iba estar esperando a que padre llegará del viaje que negocios que supuestamente terminaría pronto, por lo que le resultaba más cómodo que estuviera su padre en esos momentos.