Serendipia (KaiSoo)

I

Iba pasando por la florería, hay tantas cosas, no solo flores, ahí es realmente un lugar hermoso...se siente como en casa, no, aún mejor, siempre venía y visitaba esta florería, siempre una vez  a la semana desde que era niño.

Para mi mala suerte, estaba cerrada y necesitaba darle los medicamentos al propietario, un viejo muy dulce.  Le llamé unas cuantas veces hasta que a la quinta vez, contestó.

— Hola jóven Soo, ¿cómo va todo?,  ¿Sucede algo? –preguntaba el viejo–.

— Oh no, no se preocupe –dijo entre risitas– De echo, le llamaba para preguntarle lo mismo, he visto que hoy cerró la tienda y le he traído los medicamentos que me pidió, ya por gusto también le traje otras cositas.

— Ohh, muchas gracias, hoy amanecí con un poco de resaca por el aniversario 38 del señor Shin y tuve que faltar, en 5 minutos irá a abrir la tienda mi hijo, por favor tómate el tiempo de conocerle, es bueno para tí.
A tí que te gustan así de empalagosos –rieron–.

— Está bien, eso haré –rió nervioso– le puedo entregar los medicamentos y que se los dé más tarde, claro cuando termine el turno, tal vez y lo visito, buen día, señor Kim, mucho cuidado.

— Igualmente, te espero con los ingredientes de los mentados sopes jajaja.

— Jajaja, claro, ahí estaré, adiós

— Adiós, Soo.

Colgaron la llamada 3 segundos después y empezó a acomodar la bolsa con los medicamentos para entregarla más tarde, sin darse cuenta había llegado un jóven en un auto color perla con algunos adornos. KyungSoo se bajó de su auto al ver que abría la tienda.

Emprendió camino al interior de la tienda y quedó estático al ver al jóven,  tenía una gran sonrisa, ojos rasgados y un tono de piel un poco bronceado, con cabello negro un poco largo, casi como un hwarang. Era lo más hermoso que habían visto sus ojos, aparte de sus plantitas claro.

— Buenos días, bienvenido, ¿Busca algo en especial?

KyungSoo todavía estático y así estuvo por 3 minutos, no encontraba las palabras para lo que estaba viendo, aquél jóven tenía un brillo peculiar en sus ojos, no, debe estar alucinando por el tremendo golpe que se dió con la puerta definitivamente.

— P- ¿Puedo preguntarle su nombre?.

— Oh, um sí. Mi nombre es Jongin, ¿Y el tuyo pequeño?

¿Pequeño? No, no otra vez.

— Disculpe, soy un adulto –dijo con nerviosismo notorio mientras se rascaba un poco la nuca–.
— Disculpa, no era mi intención ofenderlo, su estatura es como la de un niño, repito, sin ninguna intención de ofender.

—Mi nombre es KyungSoo, Do KyungSoo, venía para entregarle los medicamentos al señor Kim, recién hablé con el. Me pregunto si terminando su turno, podría usted acompañarme a llevarlos, me comentó que quería que cocinara "sopes" pero no sé su dirección.

— No me hables de usted que me siento viejo –rió– pero claro que sí, vivo muy cerca, literalmente al lado jajaja, mi padre me ha hablado mucho de tí, hasta que por fin pude conocerte.

— Puedo ayudarle a acomodar los girasoles si gusta.

— Por favor, realmente son muchos – dijo haciendo un puchero– yo iré por los adornos de los tulipanes.

KyungSoo todavía se encontraba un poco nervioso, y aunque no entendía como Jongin "le agarró confianza" tan rápido, lo intentaba comprender y justificar con el echo que tenía ya cierta relación con el Señor Kim, pero aún así no lo entendía del todo. Salió de sus pensamientos y se dirigió hacia la gran cubeta con girasoles aún más altos que él.

Después de horas de trabajo entre ambos y las flores, porque claro, habían muchos pendientes y encargos, ya que mucha gente venía en la mañana a pedir arreglos para celebraciones o detalles y este día no había sido la excepción.

Cerraron la tienda y emprendieron camino a la casa del viejo, por el mismo pendiente de la comida y los medicamentos.