capítulo 2

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La puerta se abrió de golpe, di un pequeño salto del susto.

—Perdón por llegar tarde — levanté la mirada y ahí se encontraba mi vecino.

¡Ay Dios! ¿Cómo es posible que esté en el mismo grado que yo? Desvíe rápidamente la mirada hacia la ventana, espero que no me haya visto.

—Con esta ya van 3 veces que llegas tarde Haru, la próxima ya no entras.

—Entendido — para ese momento mi atención estaba puesta en el, lo vi aproximarse y al instante mi nerviosismo comenzó a presentarse, colocó su mochila en el pequeño ganchillo que está en la butaca y se me quedo viendo, a juzgar por su expresión está un poco sorprendido.

—Hola — me saludó ahora con media sonrisa en los labios.

—Ho-hola — maldita sea Ellie, no es momento para comenzar a tartamudear.

—Nos volvemos a encontrar.

—Así parece — por fin hable claro.

—¡Ah! ¡Es verdad! No me presenté — se volteó sobre el asiento —Me llamo Haru, mucho gustó — sonrió tiernamente.

—Lo sé, digo no lo sabía, o sea sí, es que la maestra te llamo hace un segundo — su mirada era de diversión pura, suspiré— Ellie, mucho gustó.

Seguido de esto la maestra nos llamó la atención para que prestáramos atención a la clase, me encontraba totalmente agradecida debido a que era clase de inglés, mi especialidad.

En cada hora nos dan diez minutos de descanso, son cortos porque se aprovecha para ir al baño o terminar alguna u otra cosa, yo aprovechaba para darle unas ojeadas a mi libro de japonés, es confuso, pero Haru se ofreció a ayudarme, es muy bueno explicando.

A primera impresión el se nota algo extrovertido, aunque de vez en cuando es vergonzoso, su voz es armoniosa y adictiva, es razón suficiente para entregarle toda mi atención.

—¡Hey! — le hablo un chico a Haru — vamos a jugar voleibol.

—¡Voy! — me miró nuevamente — ya es receso, es el largo, iré a jugar, nos vemos al rato — una sonrisa y salió corriendo con su amigo, no me dio tiempo de decir algo.

Todos comenzaban a juntar sus butacas con sus amigos, haciendo grupos, yo quedé sola, no me importó, siempre es lo mismo así que saqué mi almuerzo. Abrí la mochila y metí la lectura japonesa para dar inicio a un libro que compré en mi ciudad natal algunos meses atrás, cuando visité a mi familia materna, está en español, mi lengua natal. La tensión era impresionante, no sabía que es lo que pasaría más adelante, es asombroso el cómo alguien crea una increíble historia con su imaginación y buena redacción.

—Hola — una dulce voz con una pronunciación un poco peculiar me llamó, miré hacia arriba.

—Hola — respondí un poco tensa.

—¿Puedo sentarme? — señaló el asiento a un lado del mío, asentí un poco curiosa — me llamo Erika ¿Eres Ellie verdad?

—Sí — me sonrió y le devolví el gesto.

—¡Ah! — rápidamente me ofreció su mano derecha a lo cual le correspondí —¿Así es cómo saludan los extranjeros? — esta vez me saco una sonrisa genuina.

—La mayoría de veces — esta escena es tierna — pero lo hiciste genial — solté una risita.

—¿Estas de intercambio?

—No, me mude aquí por el trabajo de mi madre.

—Que pesado debe de ser iniciar desde cero — se veía un poco triste — pero viéndolo por el lado positivo aprendes mucho de las culturas, lastima que dejas a tus amigos.

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