Capítulo dos

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Loid tenía todo lo que creía poder necesitar.

El peluche de Anya y sus sábanas rosadas estaban tendidas en el colchón de Loid, las almohadas estaban organizadas en la cabecera junto con las propias, el peluche de pingüino colocado en la parte izquierda justo como en la cama de Anya, también uno que otro suéter de la niña adornaban las esquinas y Loid sintió su corazón... cálido.

Esto era algo completamente normal, se dijo, no tiene nada de malo, volvió a decirse. Este comportamiento era típico y común cuando un omega entraba en su ciclo de anidación. Analizándolo, los malestares más fuertes que tuvo, fueron por no haber realizado propiamente un nido (también por haber suprimido con medicamentos sus instintos pero detalles).

Era algo super tonto en su opinión, pero su fisiología era completamente ilogíca. No quitaba el cansancio y la debilidad corporal, pero aliviaba el dolor en la piel y evitaba que un omega entrará en un estado de angustia fácilmente.

Loid sintió sus mejillas arder.

¡Nadie se podría enterar de ese pequeño quiebre! ¡No tenía que sentirse avergonzado de nada!

Volteó rápidamente hacía la entrada de su habitación para ver a su perro, que tenía una mirada inocente y detrás, su cola alegre, que se movía rítmicamente. Este era el único testigo que había de eso.

Bond parecía sentir su extraña aura y tembló. Entonces se acostó en el piso, dejando su cabeza levemente ladeada y erguida para poder mirarlo a los ojos, su pelaje blanco estaba limpio y contra la luz de la bombilla, parecía esponjoso, suave y cálido.

Dejando de lado su inquietud, dejó escapar un sonido satisfecho mientras golpeaba la sábana de su cama y le indicaba con una mirada a su perro que se subiera y se acomodará. Su lógica sabía que Bond nunca podría decir lo que pasó. Su secreto estaba a salvo.

"Además, tiene permitido entrar a mi nido. Será acogedor"

Una vez que Bond estuvo cómodo en los pies de la cama, Twilight estaba a punto de acostarse y olvidarse del mundo. Anya y Yor no llegarían hasta dentro de un par de horas, y no tenía la intención de comer o volver a salir de su habitación hasta entonces. Pero, aunque tenía toda la intención, no pudo ir a su cama.

Todo estaba en el lugar en el que debería.

Pero...

Un leve aroma metálico venía a su nariz.

Yor vino inmediatamente a su mente. La fuerte y algo tonta alfa que tenía por esposa. Quién era considerada una cómplice (inconsciente) en la operación Strix y que era a alguien a quien Twilight consideraba de confianza.

Lo último ya era lo suficientemente peligroso, se suponía que no debía tener ningún vínculo con las que lo estaban ayudando a darle vida a la operación para mantener la paz en el mundo. Pero, aunque lo negará, tanto Anya como Yor habían traspasado el límite de ser simples herramientas a...

—...


Con pasos lentos, pero firmes, dejó que sus instintos le guiarán como lo había estado haciendo en las últimas horas. Se dirigió hacía la habitación de la alfa y no dudó en abrir la puerta.

La habitación era sencilla y no tenía demasiadas pertenencias, Yor vivía, desde su perspectiva, bastante simple, tenía algunas baratijas que podía decir que eran de valor sentimental como una foto de su hermano, libros y entre otras cosas. Su cuarto podía contener todo lo que había traído de su antiguo hogar y eso ya era decir mucho. También, como Twilight había captado, el sentido de la moda de Yor era elegante y con colores neutros, exceptuando algunos de colores más llamativos.

Mal omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora