Los ojos que le devolvían la mirada estaban cargados de resentimiento y tristeza. Aquellos ojos no brillaban como era costumbre, su iris naturalmente azul estaba tintado de un celeste opaco. Las lágrimas se podían notar a simple vista y las pestañas estaban ya húmedas. Su vista pasó por el rostro de esos ojos, pálido. El rostro estaba pálido, las mejillas siempre rosas ahora estaban pintadas con un colorete demasiado pigmentado como para darse cuenta de que era falso. Pasó la mirada a los labios y se dio cuenta de que brillaban más de lo normal y que se notaba a simple vista el labial que poseían. Devolvió la vista a los ojos que observaba.
Esos ojos eran suyos.
Esas mejillas eran suyas.
Ese rostro, era el suyo.
Nunca había usado maquillaje, ni siquiera cuando había ido a la boda de su tía Yuna, ni en los múltiples aniversarios de sus padres. Sentía pesada la cara, no se sentía él.
Su madre le había comprado un hermoso traje color beige de manga larga, que acentuaba su cintura y hacía ver sus piernas largas. También le había dejado unos zapatos con tacón de color blanco, según ella, para verse más estilizado.
Miraba su figura frente al espejo, no sintiéndose él mismo, pero se miraba muy bien. Que diablos, estaba seguro de que no se había visto nunca tan bien.
Dejó de mirarse cuando escuchó como la puerta de su habitación era abierta y su madre entraba por ella. Jia se acercó con una mucama siguiéndola desde atrás. Ella traía un maletín, su madre le señaló el vanity donde debía de colocar el bolso.
Jimin miró a su madre desde el espejo, y su reflejo le sonrió para después decirle a la chica que los dejara solos.
—Oh cariño, te ves tan divino. —Lo tomó de los hombros y lo miró con adoración.
—¿Lo crees? No me siento muy yo. —Jimin alisó su traje con manos temblorosas, aun cuando sabía que su ropa no mostraba ninguna arruga.
—Tonterías cariño, es porque no estás acostumbrado. —Le sonrió nuevamente. —Vente, siéntate para que pueda acomodar tu cabello. —Tomándole por los hombros lo dirigió al vanity sentándolo en el sillón frente al escritorio.
—¿Papá ya está listo?
—Sí, está esperando abajo. —Tomó un peine empezando a desenredar los rizos rubios. —Hablaba con Heesun para asegurarse de que todo estaba yendo bien y no había ningún inconveniente. —Su madre mencionó mirándolo a los ojos a través del espejo.
Jimin murmuró y se dejó hacer por su madre.
Hace días, su padre, le había comentado a toda la familia una grandiosa idea, según él.
En su mundo, las familias adineradas del país estaban enlazadas desde hace muchos años como descendientes de emperadores del antiguo Corea. Tenían una tradición desde hace muchos años para que las familias estuvieran unidas para siempre.
Jimin, junto a todos los omegas, al cumplir la mayoría de edad y tener su primer celo, serían presentados ante la sociedad en un baile que organizaba una de las familias más longevas y poderosas del país. La familia Jeon. En cada reunión, omegas presentados sin pareja y alfas solteros tenían la obligación de encontrar una pareja para desposar.
Era mal visto que un omega llegará a una edad mayor sin una pareja. Uno de sus mejores amigos, Seokjin, se había presentado hace ya 4 años, pero aún no había recibido propuestas de matrimonio. El omega le había dicho muchas veces que la mayoría de los chicos de su edad se habían alejado de él al no encontrar un esposo y su padre le reñía cada que podía cuando se encontraba con amigos que estaban en matrimonio o con hijos.
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Angel baby ✧ Kookmin
FanfictionPark Gwang está algo preocupado de que su hijo omega esté por llegar a la mayoría de edad. Así que un mes antes de que este se presente ante la sociedad, planea que los mejores alfas de las mejores castas lo cortejen. Pero Jimin no está muy content...