No podía dejar de mirarla.Quizá debía disimular un poco más, pero era malditamente imposible.
Porque sus ojos eran una tentación, sus labios, una debilidad, su cuerpo, deseo, su cabello rubio un incentivo para hacerme perder la cordura, ella era mi eterna tortura.
—Oye, mudo.—chasqueó tres veces sus dedos a la altura de mis ojos— Sé que puedo joder mucho, pero vamos, agradece que estoy gastando mi tiempo al prestarte atención, así que di algo al menos—insistió la chica enfrente mio.
Si, cuando decía tortura no mentía, y tiene nombre: Bella Turner.
Su llegada no ha causado mucha controversia, pero tampoco pasó desapercibida.
Ella ingresó a la Universidad de Chattle mediante una beca, normalmente la gente aquí suele pagar sus estudios por completo, así que desde su primer día, ha recibido miradas que no gritaban "bienvenida" por decirlo.
—Mudo—me llamó una vez más con una expresión cansada
Yo asentí.
—Lo siento, estaba pensando en algo—dije evitando su mirada a toda costa
—Uh-hum—musitó mientras volvía a garabatear su libreta
Ella tenía algo especial, más allá de su indiferencia, había algo que me ataba a esta chica, y quería descubrirlo.
Entrecerré mis ojos para poder visualizar mejor la etiqueta de la portada de su libreta
—Reich... —leí en voz alta saboreando cada letra
Apenas la palabra se deslizó por mi boca, ella me observó pasmada, cerrando su libreta de golpe
—¡¿Eres un tipo de acosador?! —alzó su voz, alarmada— ¿Cómo demonios sabes mi segundo nombre? Nunca se lo digo a nadie
Yo retrocedí por precaución y aclaré mi garganta, vacilando, señalé la etiqueta con mi dedo índice, y ella al seguir mi mirada se sonrojó
—Oh
No sabía si salir corriendo en ese instante, o quedarme para ver como sus mejillas enrojecian.
Supongo que me quedaba con la segunda opción.
Y siempre elegiría la que me haga quedarme a su lado, lo sabía desde el momento en que la vi.
Sabía que sería un, hasta dónde el mar de tus ojos nos lleve
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Hasta donde el mar de tus ojos nos lleve
Teen FictionEstar en una de las universidades más importantes de la ciudad podría ser un privilegio para muchos, pero para James Clark era un paso más, una regla más que debía seguir. Él nunca ha interactuado con los demás, podría calificarse como introvertido...