Mi dulce ángel caído

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para mi dulce ángel caído

Gardenias, ese aroma que su bello cuerpo desprendía al tocarlo, delicioso elixir que embriagaba mis sentidos con un solo roce de su piel, su cálida vestimenta de la más hermosa Eva, poco le faltaba para la perfección. Solo estar cerca de ella me llenaba, sus besos y caricias completaban mi alma rota y yo con mi opaca presencia complementaba su brillante luz, ella, yo, una sola.

Ese curioso vaivén de sus caderas al caminar, me enloquecía con esa sonrisilla pícara tan suya que jamás volví a ver en otros labios, tan adorable como endemoniadamente seductora. Ella que sabía exactamente donde tocar para llevarme hasta el cielo ahora me ha dejado caer de la manera más dolorosa hasta el inflexible suelo de cemento.

De gardenia es el perfume que esparzo sobre la almohada para engañar a mi mente, pensar que duerme aquí a mi lado y no ahí en el frío tan lejana a mis brazos, a ese escultural ángel caído huele mi piel, la dejo impregnada de su esencia, a ella saben mis labios que de tanto besarla perdieron el sabor propio, de ella y solo de ella, le pertenecía en cuerpo y alma así como ella fue mía, pero ahora que se había ido tan lejos solo me había quedado su recuerdo y la esperanza de que ella estuviera sentada en algún lugar con ese vestido lila que tanto me gusta buscándome, esperando volver a encontrarnos; porque yo no encontrare nunca a alguien como ella, nunca amaré a alguien tanto como la amé y nadie nunca podrá entenderme como lo hacía mi dulce ángel caído, mi perfumada gardenia.

Me recosté sobre el sillón en donde solíamos sentarnos a hablar o incluso a mirarnos simplemente, este era nuestro sitio de paz, nuestra tregua por mutuo acuerdo. Pase mis manos por el brazo del sofá y a mi mente vino aquella primera escena, la primera vez que te vi ahí sentada mirando atentamente a mis amigos mientras hablaban de banalidades, tú tan bella con piel nívea y cabellera negra y prolongada, me diste gusto a un delicado ángel, tu rostro inocente me hacía pensar que eras una niña incorruptible, ¡pero que equivocada estaba!. Sonreí inconscientemente mientras gruesas lágrimas cruzaban mis mejillas.

 Cerré los ojos mientras me recostaba en el sillón permitiéndome recordar el cómo te fuiste, tenía ese impulso de sufrir un poco más así que me deje cubrir por la marea negra y turbulenta de memorias hasta que me llenara la garganta y estuviese lista para reunirme contigo.

De aquí hasta el final contigo

De hoy hasta la eternidad

Para ti yo seré luz cuando no puedas ver

Para mi serás sol cuando llueva

Trataré para ti de ser cada vez mejor

Y llenarte con mi amor.

Perfume de GardeniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora