Miré tu fotografía o al menos eso intentaba, las lágrimas hacían que mis ojos ardiera y nublaban mi vista pero... La había mirado tanto que ya sólo tocándola podía ver en mi mente hasta el más pequeño detalle de ella.
Tus grandes ojos humedos de la emocion haciéndose pequeños y rasgados por tu amplia sonrisa, las mejillas levemente sonrosadas por la sorpresa que te di esa tarde, el vestido lila que enmarcaba tu bellísimo cuerpo pálido, tu cabello profundamente negro hasta los hombros, las rosas de todos los colores rodeándote como si fueras un hada a su cuidado; el anillo nuevo con la pequeña amatista en tu dedo anular después de decir que si...
Volví a dejarla donde estaba, sobre la pequeña cómoda que estaba junto a tu cama, blanca, pulcra como todo en este estrictamente esterilizado cuarto sin color alguno. Si pudieras verlo me pedirías que lo pintara con colores pastel. Suspire limpiandome las lágrimas que no dejaban de salir por más que las alejara de mi rostro y me ordenara calmarme, pero... ¿Para que contenerme? Siempre que lloraba tu venías a tranquilizarme, me acariciabas la cabeza y me hacías reír como una tonta con un chiste malo o con alguna ocurrencia que sólo podría haber salido de tu hermosa cabeza.
-¡¿Regresaras de esta manera?!- grite desesperada a tu, ahora más delgado, rostro estrujando las sabanas con mis manos fuertemente. -¡¿Es acaso que no dntiendes cuanto te necesitó aqui a mi lado?!- mi voz me traicionó mientras seguía gritando comenzando a flaquear y se cortaba, mi pecho dolía, aunque ya no podía llorar sentía como si todo lo que no salía por mis ojos se agazapara de golpe en mi garganta formando un horrible nudo que apenas me permitía respirar.
Me agache dejando caer mi cabeza en tu abdomen tomando tu bata en mis manos, haciéndolas dos puños, era tanta la fuerza que mis uñas se clavaron en mis palmas haciendome daño, cosa que realmente no me importo. Respire profundamente inundandome de tu aroma escondiendo mi rostro en tu pecho, extrañaba tanto tu calidez, la sensación de tu piel sobre la mía. Cerré los ojos un momento calmando un poco mi corazón y mi mente dejándome llevar y ahogándome en recuerdos felices hasta que el cansancio del dolor interno me obligó a quedarme profundamente dormida, repitiendo una y otra vez la última frase que me dijiste en un travieso susurro a través del teléfono.
"Sólo espera que vuelva a casa"
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Perfume de Gardenia
Fiksi RemajaAún podía oler ese hermoso perfume en el ambiente, ese aroma que ella dejaba siempre al pasar. Recordé en ese momento su caminar, su andar tan característico con los hombros bien cuadrados y la mirada en alto pero nunca la nariz, ella, ella era la m...