Me senté en la incómoda y fría silla que estaba junto a su cama, tomé su mano como siempre con una sonrisa que me forcé en formar en mi rostro para no derramar más lágrimas, aunque sabía que ella no las veía estaba segura que podía oír mi voz quebrada.
-Buenos días, amor- la salude apretando su mano, como siempre, sin recibir mayor respuesta que los rítmicos sonidos de electro indicando que su corazón aún latía. Suspire largamente de forma cancina.
Cada mañana venía al hospital a hablar con ella, iba a trabajar unas horas, regresaba para las últimas horas permitidas para visitas y los viernes me quedaba con ella para regresar a casa el domingo, siempre lo mismo, todos los días la misma rutina.
Me recosté en su cama junto a ella, observándola, desde aquí podía notar como sus clavículas estaban cada vez más marcadas, su piel aumentaba la palidez que ya tenía pero seguía con la misma respiración constante, sus latidos igual, ella solo dormía, mi hermosa gardenia no tenía ganas de despertar aún...
Cerré los ojos y tomando su mano derecha jugué con su anillo de compromiso girándolo. -¿Recuerdas el día en que nos conocimos?- pregunté ensimismada en mis pensamientos, no espere respuesta, sabía que no la había. -fue cuando apenas entramos al a universidad, tu siempre fuiste hermosa y extrovertida, tan agradable y risueña que todos te adorábamos.- comencé a reír recordando esos días, - una clase te invite a sentarte a mi lado, estaba tan nerviosa que me sudaban las manos, tú lo notaste pero no dijiste nada acerca de eso, comenzaste a hablar de todos los temas imaginables y yo no podía hacer más que seguirte las pláticas: siempre fuiste tan buena para cautivar con tu discurso, y ¡tu voz!...- deje salir el aire acumulado en mi pecho que me apesadumbraba, recostando mi cabeza en la incómoda almohada de hospital acariciando tu mejilla.
-La primera vez que salimos juntas fue al cine, te acompañe a ver una película que morías por ver pero nadie de nuestros amigos quiso ir contigo, quizá porque era de género romántico, pero, ¿sabes algo? Yo lo vi como una señal del destino, algo dentro de mí me gritaba que debía ir, que había una mínima oportunidad de alcanzarte sí estábamos tiempo a solas- sonreí con una de esas muecas que demuestran tristeza y felicidad al mismo tiempo y besé su pálida mano, ahí donde estaba el anillo. - estando en la sala... estabas tan inmersa en la película que, aunque siempre me jures que si, yo estoy segura que no recordaste mi presencia a tu lado, te veías hermosa al reír, al llorar, ¡por Dios! Nunca había sentido una admiración así por ninguna otra persona, todo lo que hacías era perfecto, cada gesto, cada mueca, incluso la manera que pasabas el dorso de tu mano suavemente por la parte inferior de tu nariz mientras que con la otra secabas una traviesa lágrima o te acomodabas el cabello, todo lo que hacías no servía para ninguna otra cosa que no fuese enmarcar tu belleza natural.
Pasé mi mano por mis mejillas, gruesas gotas saladas ya las habían marcado, llevándose con ellas algo de espeso color negro desde mis ojos pero aún tenía algo de tiempo para llegar al trabajo. Miré el reloj que había sobre la pared blanca frente a la cama, 10:45, me levante de la cama no sin antes besar tus labios, las lágrimas acumuladas en mis ojos no me dejaban ver bien, incluso creí ver tus mejillas levemente sonrojadas.
Entrando al baño me limpié la cara y volví a aplicar maquillaje, salí para volver a despedirme de ella dándole un largo beso en los labios, uno en la frente y otro en el dorso de la mano, prolongando mi despedida lo más posible, siempre temia volver del trabajo y que me sorprendiera su cama vacía.
-Te veré en unas horas, mi gardenia... Despierta pronto-
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Perfume de Gardenia
Teen FictionAún podía oler ese hermoso perfume en el ambiente, ese aroma que ella dejaba siempre al pasar. Recordé en ese momento su caminar, su andar tan característico con los hombros bien cuadrados y la mirada en alto pero nunca la nariz, ella, ella era la m...