III.- Recuerdos de una canción

194 27 3
                                    


Cuando Keigo abrió sus ojos el paisaje que visualizó era por mucho más diferente a donde recordaba había estado minutos atrás, el lugar tenía grandes decoraciones doradas, finas cortinas de seda adornando la habitación donde se encontraba, una gran cama frente a él bajó su mirada y fue en ese momento en que se dio cuenta que sus manos eran ¿Garras? ¿¡Pero qué!? Asustado, se removió de su lugar, cayendo al suelo ¡Eso había dolido y los sueños no duelen! ¿Qué rayos pasaba?

- ¡Auch! ¿¡Cuánto tiempo planeas estar sobre mi, canario!?

Soltó un chillido cuando escuchó la voz de una extraña mujer, misma que buscó en todos lados hasta que sintió algo afelpado bajo él, dándose cuenta del pequeño conejo blanco, otra vez chilló, pero esta vez se alejó rápidamente.

- ¡Un conejo que habla!

- ¿Te golpeaste la cabeza o qué?

- Es que... bueno tu hablas.

- ¡Tú también!

- Sí, pero yo soy... espera ¿Qué soy? ¿¡Por qué tengo plumas!? ¿¡UN POLLO!?

- Oh, esto es muy divertido de escuchar y me encantaría seguir jugando así, pero se supone que debería llevarte con Enji.

- ¡Enji!

- ¡Claro, a él si lo recuerdas! Solo lo nombro y ya estás moviendo tu cola como perro faldero.

- ¿Qué cola... ¡AH! Una cola.

- Genial, tu golpe fue algo más que una contusión.

Ah, su cabeza dolía y no entendía nada de lo que estaba pasando, se removió en su lugar para volver a subirse en lo que sea que fuera esa cama colgante encontrándose con una pequeña caja entre las sábanas, misma que no dudó en abrir, la curiosidad era mucho más, lo siguiente que escuchó fue la misma canción que recordaba haber escuchado años atrás desde las ruinas de ese pueblo. ¿La canción venía de una caja? No, recordaba que era otra cosa ¿Qué era? Se quejó, su cabeza dolía más y más, así que se llevó sus garras a su propia cabeza.

- Hawks, Hawks ¡Hey Hawks!

...

¿A quién hablaba? Él no era...

- Keigo, oye, niño.

El dolor cesó, así como el sonido de la pequeña caja, abrió los ojos y lo primero que visualizó fue a su director, su expresión lucía preocupación y extrañeza, sin embargo, el rubio no dudó en abrazarlo en un extraño impulso, no sabía por qué, solo quería hacerlo, no entendía nada y las preguntas se acumulaban en su mente.

- ¡Enji!

- ¡Te he dicho que no tengas tanta confianza!

- Pero Enji, es que pasó algo muy increíble ¡Encontré un conejo blanco que habla!

- La última vez también hablaste de eso ¿Tus padres te ponían demasiado Alicia?

- ¡El conejo de Alicia es diferente! Este era hembra.

- ... Que gran descubrimiento. Debí dejarte caer al suelo cuando te desmayaste.

- Oh... Hablando de eso ¿Dónde estoy?

Preguntó, había estado tan enfrascado por contar su experiencia personal en ese sueño de locos que, no había notado que ya no se encontraban en las puertas de la escuela, de hecho, estaba sentado en una cama, bastante grande, la habitación estaba adornada con un toque minimalista que realmente hacía parecer todo más elegante.

El más alto inhaló antes de dejar escapar un largo suspiro, su diestra se la llevó al puente de su nariz, como si tuviera un debate mental y es que lo tenía, le había alarmado el que Keigo se desmayara de la nada, claro que como su director lo primero que hizo fue avisar a sus tutores sobre el asunto, mismos quienes explicaron que el chico sufría de constantes migrañas las cuales ameritaban eran por su insistencia al estudiar sin cuidado propio, también le ofrecieron disculpas por los problemas y aunque el hombre insistió en llevar al médico al menor, su madre le dijo que no era nada "grave" ¿Es que esa familia era tan descuidada? Y ahí estaba, gruñendo una y otra vez frente a su alumno.

El rubio no dijo nada, aun cuando intentó levantarse ganándose la atención del otro hombre.

- Ya me siento mejor, así que puedo volver a mi propio departamento, es decir, debe ser raro tenerme en tu casa, no quiero molestar a tu esposa o hijos.

- No hay nada de eso aquí.

- ¿Eh?

- De cualquier forma, me informaron que tiendes a sobre limitarte cuando estudias, aun si estás atrasado con algunas materias no pienso permitir que estas cosas ocurran en mi institución, después podremos hablar de como darte clases extracurriculares para que estés al día sin afectar tu salud.

- ¿Contigo?

- No.

-Ah... Bueno. ¡Entonces me iré! Es decir, me expulsarán si llego tarde mañana ¿No?

- Desde la mañana llevo diciendo eso.

- ¡Eso! Pero antes debo dar una vuelta por...-

Calló porque fue detenido de manera abrupta ¡Ese hombre tenía tanta fuerza como para alzarlo con una sola mano! Era extraordinario, pero a la vez molesto, en segundos, ya estaba sentado en el colchón de nueva manera; lo que le faltaba.

- Está estrictamente prohibido el acceso a las Ruinas.

- ¿Y como sabes que pienso ir ahí?

- ¿Tal vez porque llevas con eso desde que apareciste? No solo eso, la villa ha caído en pánico por causa de esa canción que se escuchó de nuevo, definitivamente nadie puede ir a ese lugar.

- ¡Eso no es mi culpa!

Los dos gruñeron y si las miradas fueran capaces de matar, ya tendría a ambos en una pelea a muerte, finalmente el más alto chasqueó la lengua y el rubio desvió la mirada con molestia.

- Tal vez sea porque te llevaste algo de ahí.

- Tú dijiste que me lo podía quedar.

- Nunca pensé que traía consecuencias.

- Bueno una canción no ha matado a nadie ¿O sí? Tal vez si intento cantarla yo...

Tomó aire, recordaba muy bien el sonido, así mismo el como lo hacía la caja de música en sus sueños, estuvo a punto de tararear las primeras estrofas cuando un fuerte sonido se escuchó en el lugar, las luces se apagaron y una pequeña sombra oscura rápidamente arremetió contra el rubio para callarlo.

- ¡No cantes!

- ¡Wah!

- Pero qué...

Cuando las luces se volvieron a prender la escena más extraña que el pelirrojo había presenciado en toda su vida yacía en su cama. ¡Estrés! Todo esto era estrés, ya estaba viendo cosas porque se estaba dejando llevar por el trabajo, los problemas familiares, así como los de la ciudad, algo ilógico era imposible que pase.

- ¿Es que quieres matarnos a todos de nuevo, canario?

El pequeño animal habló.

¡Estupendo, la historia del chico no era una broma! Lo que le faltaba.

_________

¡Vuelvo a disculparme por mi desaparición y tardanza! Lo lamento mucho.

El próximo capítulo será una pequeña explicación sin spoilers del otro libro el cual no está terminado, esos dos deben avanzar a la par para que se vayan entendiendo.

Lamento si es corto el capítulo, era necesario meter a Mirko 🤍 porque es linda, sí.

Cómo siempre, muchas gracias por sus comentarios, me animan a continuar escribiendo, también aviso que solo le estaré dando prioridad a estas tres historias, La arpía, su secuela y la de Caramell la cual será la más larga de las tres.

Un deseo, segunda oportunidad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora