EL INICIO DE UNA HISTORIA

659 50 14
                                    

SIGRID 

La nieve caía lentamente sobre aquel bosque desértico, solo el viento aullaba en el silencio, el sol poniente bajaba dejando sombras congelas. El frío aire serpenteaba como navajas afiladas, sus cabellos de un rubio platinado bailaban al compás de las fuertes ráfagas, ella era inmune al frio o al calor no importase que temperatura fuese, ella no sentía absolutamente nada.

Aquellas tierras le parecían tan aburridas y feas, pero la curiosidad que tenia sobre cierta criatura que habitaba ahí le había hecho posar su presencia etérea en aquel mundo tan corrompido y difícil de corregir. Camino flotando sobre el suelo, el largo vestido que cargaba danzaba con el viento helado, con pasos lentos y precisos se acerco al cuerpo inerte de una hembra, la melena castaña se encontraba tan empapadas de sangre como de nieve acumulada que se volvió roja al contacto del liquido rojo, se detuvo a cierta distancia, miro el cuerpo femenino, mostraba signos de tortura y de lucha, grandes cortes mostraban la carne ya congela, el color de la piel ya no era de olivo, el tono grisáceo de la muerte impregnaba cada rinco del cuerpo.

—Mi reina. –La voz de una de su guardiana se escuchaba entre ecos por el viento– lleva muerta un rango de tres horas, la batalla entre la loba y el cazador alerto a los Sidhe's.

Parpadeo lentamente, en esos macro segundo congelo todo el tiempo, el viento dejo de moverse, el sol poniente de detenía, cada criatura viviente se congelaba, la nieve dejaba de caer hasta quedarse congelada en el espacio y tiempo.

—Encárgate del orden. –Respondió esbozando una sonrisa, sus ojos llenos de estrellas fijados en el cuerpo de la loba que se regeneraba lentamente– Estare unos días en este cuerpo, no deseo que nadie me interrumpa.

—Mi señora... –Efesia replicaba– Nosotras podemos vigilar al lobo... usted no debería hacer esto...

—Tengo un propósito, necesito este nuevo juguete, me es interesante y no he tenido nada asi por eones.

Efesia chasqueaba la lengua, alzo la mirada para ver el cielo congelado.

—¿Estas cuestionando mis ordenes, efesia?

—No mi señora... es que no entiendo su lógica.

Esbozos una sonrisa fría, no había mucho que entender, quería a esa mascota para que guiara a sus súbditos, un buen líder que siguiera las reglas y la lealtad, sobre todo. Necesitaba esa inteligencia y esa presencia dominante, además de que le intrigaba su personalidad llena de emociones y dureza.

—Es una pieza importante de mi tablero. Vigila a las estrellas mientras estoy aquí. –Ordeno.

Fingir ser uno de estas criaturas la entretendría de su aburrimiento, además su lógica le incitaba a domar y controlar aquella bestia de ojos plateados. Ahora estaba felizmente unido a una diosa primaria, oh, hace mucho tiempo debió de deshacerse de aquella basura que solo le estaba causando ligeros malestares y problemas. pero ella era fiel a su palabra, no tocaría a Urdan, aunque eso le irritase porque se salía de su control absoluto, sabia lo que iba a pasar y solo dejaría que las consecuencias de los actos se cobraran por si solos.

—Si mi señora, por favor procure no destruir nada.

—Se medí mi temperamento, Efesia. –Ella no se dejaba guiar por las emociones, si en sus planes no encajaba cierta pieza simplemente se deshacía de ella, las emociones eran para los primarios y los humanos, aquello llamado sentimientos no existía para Sigrid en lo absoluto– hay que conocer cada pieza de mi jardín y sabre como moverla.

—Por su puesto mi reina, el lobo será su mejor pieza.

Sin mover un musculo ni la milésima de su poder descongelo el tiempo, introdujo su presencia etérea al cuerpo de la hembra, tomo posesión por completo. Abrió los ojos lentamente, podía sentir el vaivén de la respiración, el aire frio colándose dentro del cuerpo de sangre caliente, las extremidades se sentía pesadas, dejo que el cuerpo se acostumbrara y se adaptara, una vez hecho el cuerpo perdió la memoria de su antiguo dueño, solo era un cascaron ilusorio.

MARRICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora