MARRICK

CAPITULO 2

SIGRID.

Las cosas estaban sucediendo tal cual las había predicho. Las gemelas habían atacado a Mercy's Fall, Yueth había muerto y regresado al mundo de los dioses, el olor de la muerte se impregnaba en Mercy como un gusano en un cuerpo pudriéndose.

Marrick la había llamado un montón de veces y ella había ignorado cada una de sus llamadas suplicantes, le ordeno a Efesia que vigilara las puertas de la constelación de Orión, aquellas puertas daban camino hacia Vidblainn. Ella le había mostrado aquella entrada a su reino a Marrick, recordaba aquel día y le quemaba la piel, le mostro lo que significaba, necesitaba a ese lobo, lo tendría a si fuera a la fuerza. Desde la esfera observaba todos los acontecimientos que estaba pasando en Mercy's Fall, en el centro de esfera estaba Marrick quemando los cuerpos de aquellos que murieron en la batalla, él se veía tan desaliñado, su cuerpo mostraba el estado de las emociones, dolor, sufrimiento, lamento, pena, miseria y furia, aquello le gusto ¿Qué era la vida humana sin todo aquello?

Levanto la copa hacia sus labios, tomo un sorbo del vino de uva negras con ambrosia y flor de bálsamo, su garganta se deleitó con el sabor fuerte, cerro los ojos degustándolo, escucho que la puerta se abría, Karery traía a los niños que había elegido, entre el montón estaba Darya, sus ojos mostraban sorpresa ante la sala del trono que era decorado de manera ostentosa por sus siervos. Le indico a Karery que los acercara, la cabellera negra con estrellas sobresalía de manera llamativa, haciendo que los niños se sintieran curiosos, cuando se acercaron pequeños pares de ojos la observaron. Pequeños susurros de sorpresa rompían el silencio de la sala del trono, dejo la copa en el reposa brazo y se levantó, la tela dorada su vestido caía como una cascada sobre el suelo de mármol negro, las joyas del vestido emitían pequeños destellos, con un movimiento de mano encendió las velas, grandes cortinas de seda, jarrones llenos de flores que nunca nadie había visto, cuadros de paisajes y de guerras, grandes pilares de estilo nórdico, el techo del castillo se mostraba el universo infinito, las estrellas titilaban, aureolas de colores navegaban, un sinfín de galaxias, las criaturas que habitaban nadaban bajo ese mar oscuro aullando y gruñendo.

— Velkommen mine nye stjerner til Vidblainn. –Le dio la bienvenida a su nuevo reino, todo lo material desaparecía, solo el universo los rodeaba. Avanzo hacia sus pequeñas estrellas que miraban todo con sorpresa y miedo– todo lo que les fue negado ahora es suyo, yo me encargare de ustedes.

— ¿Moy svet? –Darya daba unos pasos hacia ella, Karery la tomaba el hombro deteniéndola.

—No puedes ir, hasta que digas tus votos. –La mano pálida de Karery sostenía el frágil cuerpo de Darya.

Esbozo una sonrisa, dentro de su vientre extrajo una copa llena de su sangre, la extendió, una pequeña lluvia de estrella caía sobre el interior de la copa, con su otra mano sin tocar el borde de la copa vertió parte de su fuerza hasta que la copa reboso de la ambrosia de la vida.

—Ahora, Olvidaran quienes fueron y de donde son. A partir de ahora dejarán de ser humanos, renacerán como seres nuevos. Ahora beban este elixir.

La ambrosia salía como un rio de la copa, danzaba entre el espacio y tiempo, pequeñas ramas de ambrosia salían y cada una ingresando en la boca de los niños, los gritos de dolor y sufrimiento, los pequeños cuerpos caían como mariposas moribundas, venas doradas como telaraña sobresalían de la frágil piel.

—Repitan. –Karery les ordenaba– Mi lealtad y mi vida ahora le pertenece a aquel ser que habita entre la luz y la oscuridad, mi corazón tiene un solo dueño, un solo amo, un solo monarca y es aquel que habita entre el basto universo.

Entre susurro de dolor, el juramento se formaba, a cada niño se le otorgaba la vida eterna y solo ella podía darles muerte como su reina, el color de su piles cambiaba, se volvían más pálida, sus ojos ahora cardinales, llenos de estrellas, sus rasgos se volvían más finos y elegantes.