El salón del Park Manor, estaba más que lleno de invitados.
Aquella noche era el cumpleaños dieciséis del joven Jimin. Su padre y familiares no dudaron en hacer una gran fiesta como todos los años. Más que todo, se aprovechaba a pactar negocios y nuevas sociedades. Las fiestas eran una buena fachada para eso.
A Jimin le encantaban las fiestas, y todo lo que le hiciera aumentar su ego y orgullo. A sus 16 años estaba más que conciente de lo que era y lo que tenía. Nunca faltaban miradas y elogios. Eso lo tenía de sobra.
También había adquirido el arte de manipular para conseguir lo que quería. Y esta vez lo hizo con su padre.
La condición para que aceptara estar en la fiesta, fue que los Min estuvieran invitados. El sabía que ellos pertenecían a la "nobleza blanca" (sociedad de personas que dejaron toda relación con la mafia) y que por ende no podían relacionarse con los Park, por ser de la "nobleza oscura" (mafia de élite muy poderosa, al igual que la yakuza).
Pero eso a Jimin no le importaba. Su padre tenía que hacer lo posible para que ellos estuvieran, o si no, no bajaría a la fiesta.
Y su chantaje funcionó. Pues su padre había logrado que los Min asistieran a aquella noche, ¿Cómo lo hizo? Eso a Jimin no le importaba.
A lo largo de la noche mientras Jimin socializaba, su mente y mirada estaban en el pequeño Yoongi de 8 años. El cual no se alejaba del lado de su cuidadora, mientras sus padres conversaban en otro lado.
Mientras una chica muy hermosa trataba de coquetearle y apegarse a su brazo, la mirada de Jimin estaba sobre Yoongi, quien le sonrió y lo saludó con la mano.
Jimin le devolvió la sonrisa y le guiño el ojo, haciéndole una seña para que fuera hacia él. El pequeño Yoongi trató de soltarse de la mano de su cuidadora, pero esta se lo impidió diciéndole algo en voz baja, entonces Yoongi le señaló que quería ir con Jimin, quien estaba a unos pasos.
La cuidadora alzó la cabeza encontrándose con la mirada de Jimin, quien asintió para que deje ir a Yoongi. Y así pasó.
Yoongi fue corriendo hasta él. Jimin se apartó de manera brusca de aquella chica, y se arrodilló para recibir a Yoongi con un abrazo.
No pudo evitar enterrar su nariz en el suave cabello rubio del pequeño. Olía delicioso.
- ¿Cómo está mi pequeño hermoso? - le susurró apartandolo un poco para poder apreciar su carita.
- Muy bien Chimmy.
Chimmy. Jimin rió. Le encantaba que Yoongi le dijera así, sobre todo su vocesita tierna le daba un toque encantador. Solo él podía ponerle esa clase de apodos que de la boca de otra persona se escucharían estupidos y ridículos.
- Me alegra escuchar eso - acarició su cabello - esta fiesta está aburrida, ¿quieres ir a jugar a mi cuarto?
- ¡Sii! - respondió Yoongi emocionado.