¿Cuánto estarías dispuesto a dar y perder por venganza?
¿Matar?, ¿dar tu vida?, ¿acabar con Miles de personas?
Pero recuerda...
La venganza puede ser tu perdición y la de los demás
...
-Si tanto drama haces por aquella perra tu también la seguirás
...
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Tengo solo 17 años, soy la heredera de Obelia y la primogénita del usurpador de la corona.
O eso es lo que aparentaba asta los 7 años, dónde de una forma cruel arrebataron la vida de mi madre frente a mis ojos y los de mi pequeño hermano, Rezef. De esa misma forma dónde la ausente pero presente figura paterna que tenía se rompió en Miles de pedazos, claro está en que no tome el complejo de víctima.
Eso me haría más inútil y más débil, quería ver el sufrimiento que me causo desde que tenía memoria. La maldita daifa tuvo suerte de morir el día del parto, ya que viviría el mismo infierno que ese bastardo; ahora solo quedaban dos a los cuales haría pagar las lágrimas de mi hermano menor, la muerte de mi madre y tías, además de el dolor que ocasionaron en mi ser.
Recuerdo que de pequeña solía arreglarme horas enteras dónde mi madre peinaba personalmente mi cabello. Todo para verme más linda, aumentaba mis horas de estudio para ser su orgullo, dejando de lado los tiempos libres y el jugar con mi hermano el cual también mantenía una vara alta al ser el primer principe.
Pero solo pasaba de lado, dejándome con la cabeza gacha. Quería ser su atención, su adorada hija y que fuéramos felices.
Que egoísta y estúpido pensamiento de mocosa que no conocía el asqueroso mundo a su alrededor. Mi madre me lo advirtió decenas de veces "tienes suerte de que seas reconocida como su hija y que te quiera cerca de él, eres una heredera hija mía, eso debe bastar".
Mi madre era una gran mujer respetada, que jamás se dejó humillar y con un gran carácter. Su lema era "nunca bajes la cabeza, mírame hija".
Nos educaba de manera ruda, pero estaba dispuesta a tapar todo para que nuestra infancia estuviera pintada de un color rosa. Una princesa real que pasó a ser la concubina de un simple príncipe mestizo, eso le dió más poder en el harén y aliados para la Ascención del trono.
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Dejé de hacer cada cosa para llamar la atención de Claude, cuando demostró que una concubina valía más que sus hijos.
Una niña castigada posiblemente a muerte, solo por estar cerca de esa mujer y la combleza que mintió para que ella fuera dejada a su soledad en el lago. Dónde lucho por sobrevivir horas enteras contra mounstros que intentaban arrastrarla al fondo del gran ojo de agua, mi madre dejo de lado aquel orgullo del cual hablaba y se arrodilló ante tales ratas.
