Sábado 18 de Junio
Un suave tarareo inundaba la habitación de una joven de piel morena y cabello castaño corto, quien se encontraba bailando al ritmo de aquella melodia al tiempo que buscaba entre los cajones de su armario.
Tan concentrada estaba en su labor que no escuchó como tocaban a la puerta; mucho menos como esta fue abierta por una mujer de rasgos similares a los suyos.
-¡Luz!
-¡Ah! - la mencionada brinco en su sitio soltando el par de playeras que tenía en sus manos, ocasionando una ligera risa por parte de la mayor.
-¡Mami! - le llamó Luz con una sonrisa al girarse a la mujer, quien vestía un uniforme quirúrgico de tonalidades grises. Llevó una mano a su cuello para masajearlo, en un acostumbrado gesto nervioso - ¿tiene mucho que me llamabas? - preguntó con un ligero sonrojo en sus mejillas, siendo esta una situación recurrente.
Camila sonrió mientras observaba ropa, libros y algunos juguetes regados en la habitación de su única hija, así como la maleta abierta sobre su cama. Aunque era algo por lo que normalmente reñiría a la adolescente, decidió dejarlo pasar por esta ocasión.
- Unos minutos. - contestó con simpleza la mujer antes de sonreír a su hija. - Veo que te estás preparando, ¿de verdad no quieres que te ayude a empacar, mija? - preguntó la mujer al ver que Luz empujaba con sus pies algunas prendas que estaban en el piso mientras llevaba otras en brazos para después dejarlos dentro de la maleta.
- No gracias, ma. Recuerda que acordamos que lo haría yo sola - respondió Luz al tiempo que se acercaba a ella con una sonrisa dibujada en su rostro.
Camila la observó por unos segundos antes de asentir. Le dolía que la sonrisa de su hija no fuese la misma sonrisa sincera de siempre, pero al menos, estaba intentadolo y no podía demeritar su esfuerzo.
- De acuerdo, mija. Ya debo irme al hospital. Te dejo en la cocina lo que me pediste para ti y tus amigos. - dijo acercándose a Luz para darle un beso en la frente y abrazarla, gesto que fue devuelto por la chica.
Ambas bajaron las escaleras de la casa. Luz observó como su mamá recogía un bolso amplio que estaba en el recibidor.
- Recuerda avisarme cuando salgas de casa y cuando...
- Cuando vuelva a casa. ¡Lo sé! - interrumpió Luz con una sonrisa pícara, ganándose una mirada de enfado por parte de su madre.
- ¡No te enojeeees!~~ - pidió Luz en un tono divertido ganándose un pequeño bufido por parte de su madre, quien a la vez negaba con la cabeza ante las acciones de su hija.
- Confío en ti, Luz. No llegues muy tarde, recuerda que mañana debemos ir al Santuario.
Luz asintió varias veces en un movimiento que pretendía ser gracioso. Camila volvió a besarle en la frente para después salir de la casa y subir al auto.
- ¡Que tengas buen turno! - gritó Luz agitando sus brazos de un lado a otro, en un gesto de despedida.
Una vez que perdió de vista el auto de su madre, Luz suspiro con melancolía entrando a su casa. Los últimos días habían sido... complicados. Entendía la preocupación de su madre, y por eso ella trataba tanto en fingir que se encontraba bien. Pero cada vez era un poco más difícil.
Sin darse cuenta, ya había vuelto a su habitación. La maleta sobre su cama tenía muchas cosas en su interior apiladas sin ningún orden, recordándole que, aunque parecía que estaba preparándose entusiasmada por lo que se supone era el primer paso para alcanzar su sueño, estaba lejos de experimentar la euforia que se supone debería sentir.
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Voces del alma
FanfictionLa oportunidad de trabajar en el Santuario de la Dama Búho no le causaba la alegría que Luz Noceda tanto había ansiado, ya que se encuentra a sí misma ahogada en palabras y emociones a las que ni siquiera sabe poner nombre. Las cosas cambian cuando...