Caramelito

456 26 47
                                    

Auron por fin había llegado a su casa. A decir verdad fue un día agotador en el que los dioses una vez más les habían dejado una misión. ¡¿Cómo se les ocurre pedirles tales cantidades de patatas y de ojos de araña?! Cierra la puerta de su humilde morada y lo primero que hace es ir a ver cómo se encontraba su querido pollo Frederick; el no pasar nada de tiempo en casa de alguna manera lo había hecho preocupar un poco en si su mascota -o su hijo como le suele llamar- se encontraría bien. 

De lo que era simplemente revisar a ver cómo se encontraba terminó distrayéndose por varios y varios minutos con su hijo emplumado acariciándolo, dándole de comer y jugando con éste. No sabía ya cuánto tiempo había pasado, solo sabía que ya debía ser algo tarde y por eso le extrañó escuchar el timbre de su casa. Él había llegado a su casa un poco tarde. 

"¿Quién podría ser a estas horas?" Pensó el alcalde mientras cansado se dirigía hacia la puerta principal de su casa. Seguro que no le será mucho de su agrado ver a quien sea que esté detrás de la puerta ¡ni si quiera se había puesto cómodo poniéndose su pijama o algo!

— ¿Sí?— Con flojera y cierta molestia abre la puerta, pero rápidamente se puso en alerta al ver de quién se trataba.

—Hola Auron.

Escuchó aquella voz suave dirigiéndose hacia él... El alcalde del Pueblo 1 no lo podía creer. ¿Qué hacía Rubius a estas horas? Posó su mirada en el cuerpo del más alto, aun llevaba ese atuendo tan... que simplemente te deja sin palabras al verlo. Oh, pobre osito, era tan fácil desnudarlo con la mirada con aquella falda tan corta. Auron, sin quererlo o no, dejó volar su imaginación más de la cuenta por lo que sin poder evitarlo sus mejillas se sonrojaron.

»—Auron— llamó el osito por... ¿Cuántas veces lo estaba llamando ya? ¡Estaba que miraba las largas piernas de su amigo como si fuese todo un pervertido descarado! Con la vergüenza devorándolo, se tapó los ojos con una mano y como soporte apoyó con la otra en el marco de la puerta. Tenía la cabeza gacha tratando de evitar la penetrante mirada verde grisácea sobre él, pero tras lo que dijo luego el osito, inevitablemente hizo que lo volviera a ver. — ¿Te gusta lo que ves?

El tono que usó en su pregunta fue muy sugerente. ¿Había oído bien? Cuanto más tiempo pasaba al lado de Rubius, en más calor entraba. Estaban parados uno enfrente del otro a una distancia considerable pero no pasó mucho tiempo para que de un momento a otro el osito empujara dentro de la casa al propietario de esta. Auron al no estar parado firmemente, fácil se dejó hacer mientras que su invitado entraba y cerraba la puerta principal de escáner.

El habitante de la Isla X una vez cerró la puerta se volteó lentamente y se quedó pegado a esta por si el dueño tuviese intenciones de abrirla. Rubius miró de pies a cabeza al de mechón amarillo y se mordió el labio inferior de manera divertida; él era un osito travieso, debía de reconocerlo, por eso entre las ilegalidades que le encantaba hacer, también le gustaba divertirse con la gente, solo que... quizá por esta vez sea un poco diferente.

— ¿Q-Qué fue lo que dijiste, Rubius?— atinó solo a decir el mayor.

El más alto solo respondió con una risilla que dejó salir de su boca. El pelinegro no sabía qué hacer o qué esperar de su invitado sorpresa, este lo miraba mientras sonreía de forma traviesa y que a decir verdad, tanto su risa como su mirada le traían desconfianza.

Auron como pudo buscó en su inventario a ver si tenía algún arma con el cual poder defenderse pero joder, ni una mísera pala de madera traía. Cualquier cosa se podía esperar de Rubius, desde un robo hasta una explosión de aquel a quien consideraba amigo. Así llevan su relación de amistad después de todo, pero tras verlo cómo estaba vestido el día de hoy no sabía qué pensar.

Caramelito ﷼Rubiusplay﷼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora